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@DIOSTUITERO

Mi vida en el cielo: un día normal

Si queréis saber como es un día normal en la vida de Dios este artículo tiene la respuesta.

-Cielo

CieloPixabay

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Supongo que tendréis curiosidad por saber como es un día normal de mi vida. Para empezar, no es verdad eso de que “a quien madruga Dios le ayuda”, yo me suelo levantar a las once. Porque los dioses también dormimos, si no, imaginaós el aburrimiento y el agobio de ser eternos y tener que estar todo el tiempo con los ojos abiertos.

Pues eso, me levanto, y como todo hijo de vecino, lo primero que hago es echar una meadita en forma de precipitaciones variables. A continuación mis ángeles servidores me traen el desayuno, que suele ser algo ligerito: cuatrocientas tostadas, ocho kilos de cereales, veinte litros de leche ( sin lactosa, soy intolerante a ella, bueno en realidad soy un intolerante en general, jaja, chiste malo) jamón serrano ( tres cerdos), una manzana ( porque yo puedo) y un poco de bicarbonato para hacer la digestión. Los dioses somos de buen comer, si habéis leído la Biblia recordaréis que siempre estoy pidiendo que me hagan sacrificios de animales.

Mientras tomo este ligero refrigerio, mis ángeles secretarios me traen las noticias del día. Lo de siempre: guerras, politiqueo, un terremoto por aquí ( consecuencia de las prisas al hacer la Tierra, tenía que haberle dedicado algo más de seis días), unas inundaciones por allá, concursantes de televisión que se creen cantantes... Lo miro un poco por encima y paso al deporte, que es lo que me interesa: Nadal ha ganado su undécimo Roland Garros y amenaza con quitarme el puesto.

A continuación mi ángel apuntador me trae las oraciones del día: adolescentes pidiéndome aprobar los exámenes de selectividad sin haber estudiado, gente desesperada por la operación bikini, otros que quieren que mate a su vecino y alguna cosa más. Lo de siempre.

Accedo a lo de matar al vecino y continúo con mi día. A las 12,30 clase de Pilates, con Poncio ( otro viejo chiste, pero es verdad), y a las 13,30 cañas con San Miguel.

Después comida con Magdalena, que no es mi novia, qué va ( ja, ja, ja,ja), luego algo que no os puedo contar y a las seis partido de pádel con Judas, que siempre me hace trampas, Pedro, que suele mentir con el marcador y Barrabás, que siempre le echa la culpa al compañero de sus fallos. No hace falta que os diga que soy muy bueno, juego como Dios.

Por la noche un poco de tele: suelo ver el Hormiguero, menos la parte de ciencia, que me da repelús o alguna serie, como el Telediario de la 2. Bueno, me dicen que eso no es una serie. Pues es una lástima, me había enganchado a la última temporada.

Al terminar la serie, perdón, telediario, vuelvo a hacer con Magdalena esas cosas que no os puedo contar, rezo mis oraciones ( que no son el Padrenuestro, claro, no voy a rezarme a mí mismo, sino tablas de multiplicar que recito para que me entre sueño, con cifras astronómicas que sólo un Dios puede calcular), cierro un ojo, luego otro, me cago en vosotros para compensar y me duermo.

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