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@DIOSTUITERO

Los templarios, víctimas de las fake news

El terrible final de la orden de los templarios.

-Castillo de los Templarios de Ponferrada

Castillo de los Templarios de PonferradaImagen en Wikipedia. Autor: amaianos. Licencia: CC BY 2.0

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Uno de mis refranes favoritos es "A Dios rogando y con el mazo dando", y eso es lo que hacían los miembros de "La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón", más conocidos como "templarios".

Eso sí, los templarios de pobres no tenían nada, de hecho uno de los requisitos para pertenecer a este selecto club era ser de familia noble y disponer de dinero. Ellos mismos tenían que sufragar su equipamiento y personal a su servicio, que solía consistir en una buena armadura de metal de unos 35 kg ( luego la aligeraron a 20 porque matar sarracenos con tanto peso encima era muy cansado), lanza, espada, tres cuchillos, tres caballos, escuderos... Hoy templarios serían Pocholo y Jaime de Marichalar, para que os hagáis una idea.

Los templarios estaban siempre muy cabreados porque no podían tener contacto con mujer alguna, y eso es algo que al principio crees que no, pero luego te fastidia, y bastante. Tampoco podían enrollarse entre ellos como hacían los soldados de Esparta, ya que eran tipos muy piadosos que creían en la Biblia y en ese libro pone que a los homosexuales hay que apedrearlos.

Los templarios al principio eran nueve, como los Nazgul, pero con el paso de los años se les fue apuntando mucha más gente y se convirtieron en una organización más poderosa que el Real Madrid. No sabemos si algún antepasado de Florentino Pérez figuraba entre sus filas, pero eran muy espabilados e inventaron las letras de cambio, dando origen a lo que luego serían esas maravillosas instituciones financieras dedicadas al bien común llamadas bancos.

Los templarios molaban mucho, pero quiero desmentir que luciesen melenita como se ve en algunas películas: sus normas les obligaban a llevar el pelo corto. Para compensar, se dejaban largas barbas, ya que donde hay pelo, hay alegría.

Custodiaban a los peregrinos que iban a Tierra Santa, luchaban en las Cruzadas y llevaban una dieta variada y saludable que les otorgó una esperanza de vida muy superior a la de sus coetáneos. Eso, y que entre sus reglas figuraba la de lavarse las manos antes de comer, cosa nada común entre el resto de los cristianos.

Todo les iba viento en popa, pero se hicieron tan poderosos que el malvado rey de Francia Felipe IV, que además tenía contraída una gran deuda económica con ellos, decidió que había que eliminarlos. Para ello, maquinó toda una campaña de bulos y fake news: que si eran sodomitas, que si adoraban al diablo, que si cometían sacrilegios contra la cruz... Con el beneplácito de su perrito faldero el Papa Clemente V, el rey de Francia los apresó, torturó y quemó vivos. No se salvó ni el Gran Maestre, el famoso Jacques de Molay, de 70 años ( ya os dije que vivían mucho), que si bien al principio admitió todas las acusaciones para salvar la vida, una mañana que se levantó muy flamenco se desdijo y acabó también hecho a la parrilla.

La orden fue disuelta (1312), sus inmensas propiedades confiscadas y lo que es peor de todo, siglos después llegaría un tal Dan Brown y se haría rico contando más gilipolleces sobre ellos. Pobres templarios, siempre víctimas de las fake news.

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