Flooxer Now» Noticias

@DIOSTUITERO

La reliquia más rara de todas: el santo prepucio

Diostuitero nos cuenta la historia del santo prepucio, la reliquia más delicada y rara de todas.

-La circuncisión de Cristo, Monasterio Preobrazhenski, Bulgaria

La circuncisión de Cristo, Monasterio Preobrazhenski, BulgariaWikipedia

Publicidad

Lo de las reliquias es algo que se nos fue de las manos. La iglesia o monasterio que aseguraba poseer una de ellas veía incrementada notablemente la afluencia de fieles y limosnas y aquello fue un no parar: hay tantos templos que aseguran guardar un trozo de la cruz o alguno de mis clavos que daría para construir un puente de varios kilómetros o montar una ferretería. ¡Tenemos hasta suspiros de San José y estornudos del Espíritu Santo! Amén de varias coronas de espinas, santos griales, gotas de leche de la virgen… ¡Judas me vendió por 30 monedas y hoy se conservan 460!

Pero de todas ellas, la más delicada es la de mi santo prepucio. La Biblia cuenta que, como buen judío, fui circuncidado. Pues bien, numerosos templos han asegurado a lo largo de la historia que poseen mi Santo Prepucio. Más de 14 han llegado a circular por ahí, incluyendo lugares tan importantes como la Catedral de Santiago de Compostela o la Basílica de San Juan de Letrán en Roma. La abadía de Charroux aseguraba que el suyo lo había traído el mismísimo Carlomagno, a quien a su vez se lo había regalado un ángel. ¡Y en el pueblo italiano de Calcata hasta lo sacaban en procesión!

Ahora os suena a cachondeo, pero hubo disputas teológicas acerca de si cuando ascendí al cielo lo hice de cuerpo completo y el prepucio volvió a mi ser, u os lo dejé de recuerdo. Finalmente se decidió que me lo dejé abajo, junto con el pelo y las uñas que me corté a lo largo de mi vida, que todo hay que aclararlo.

A finales del siglo XVII, el teólogo León Alacio en su obra "De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba" ("discusión acerca del prepucio de Nuestro Señor Jesucristo") lanzó la idea que esta parte de mi anatomía pudo haber ascendido al cielo a la vez que yo y haberse convertido ¡en uno de los anillos de Saturno!

Santa Catalina de Siena, patrona de Italia y doctora de la Iglesia, se empeñó en que un día contrajo matrimonio conmigo y que yo la desposé ¡con el santo prepucio como anillo de casamiento! Aunque peor era la famosa monja Sor Agnes Blannbekin, quien aseguraba que en sus trances místicos mi santo prepucio se materializaba en su boca y le hacía gozar hasta el paroxismo con su sabor dulce y carnoso. ¡Eso debe ser pecado y de los gordos!

La Iglesia, sobre todo tras el Concilio Vaticano II, pone todo esto en cuarentena, y rebaja la categoría de muchas reliquias, incluida esta, a la calificación de "leyenda pía".

Yo me quedo con las palabras de Voltaire, quien en su "Tratado sobre la Tolerancia” dijo que la veneración de mi santo prepucio era una de tantas supersticiones que eran "mucho más razonables… que detestar y perseguir a tu hermano."

VER MÁS: Clase de religión con Diostuitero

Publicidad