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Hildegard von Bingen, la Santa del 8M

La increíble historia de Hildegard von Bingen, abadesa, teóloga, científica, médica, poeta y pintora.

-Santa Hildegard y Santa Jutta en la Abadía de Eibingen

Santa Hildegard y Santa Jutta en la Abadía de EibingenWikimedia Commons CCA 3.0 Unported

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La religión y las mujeres nunca se han llevado demasiado bien. Los griegos acusaban a Pandora de abrir la caja de todos los malos y los cristianos a Eva por comer la manzana que expulsó a la raza humana del paraíso. Y así todas.

Sin embargo, y como tiene que haber un santo para cada cosa (hasta los informáticos tienen uno, Santa Tecla), creo que nadie mejor para el Día Internacional de la Mujer que celebramos el pasado lunes que Hildegard von Bingen (1098-1179), un mujer excepcional.

Hildegard era una mujer orquesta, y no lo digo solo porque fuese una extraordinaria compositora, sino porque además esta monja fue abadesa, teóloga, científica, médica, poeta y pintora. ¡Chúpate esa, Leonardo!

En un mundo de hombres, Hildegard logró convertirse en una de las voces más escuchadas en asuntos de política y religión, y en muchos más campos.

Hildegard fue una feminista de las de verdad: fue la primera persona en afirmar que las mujeres sienten placer igual que los hombres y en describir el orgasmo femenino desde el punto de vista de una mujer:

"Cuando la mujer se une al varón, el calor del cerebro de ésta, que tiene en sí el placer, le hace saborear a aquél el placer en la unión y eyacular su semen. Y cuando el semen ha caído en su lugar, este fortísimo calor del cerebro lo atrae y lo retiene consigo, e inmediatamente se contrae la riñonada de la mujer, y se cierran todos los miembros que durante la menstruación están listos para abrirse, del mismo modo que un hombre fuerte sostiene una cosa dentro de la mano".

Y no sólo eso: en asuntos teológicos, Hildegard hizo su propia lectura del Génesis, defendiendo que la culpa de que Adán mordiese la manzana no fue de Eva, sino del demonio que, celoso de la capacidad de la mujer para engendrar vida, envenenó la fruta prohibida.

Hildegard fue un ser de luz de esos que aparecen cada mil años: nos regaló belleza, conocimiento, mostró a sus coetáneos que el placer y el sexo son algo hermoso y reivindicó a la mujer. Y todo ello en el siglo XI.

¡Viva Hildegard!

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