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Adonías, el personaje más lamentable de la Biblia

Adonías, el personaje más lamentable de la Biblia

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La historia está llena de grandes perdedores. Edmund Hillary se llevó la gloria del Everest, pero hay quien dice que el primero en pisar la cima fue George Mallory, 29 años antes. Desapareció junto a Irvine a 8000 metros de altura, y hasta que no aparezca un día el cuerpo de su compañero, que llevaba la cámara, nunca saldremos de dudas. Raymond Poulidor fue el eterno segundón del ciclismo. Quedó tres veces segundo en el Tour, y cinco tercero, y nunca vistió el maillot amarillo, siempre a la sombra de Anquetil y Eddy Merckx. La Naranja Mecánica, también conocida como selección holandesa de fútbol, fue tres veces exprimida en las correspondientes finales del Mundial. La última, a manos de la tortilla española. El gran Federico Fellini estuvo nominado a una docena de Oscars y no se llevó ninguno. A Hitchcock le debió entrar una verdadera Psicosis después de ver como la dorada estatuilla le daba calabazas cinco veces. Hoy me he acordado del gran perdedor de la Biblia, un tipo tan lamentable que nadie se acuerda de él: Adonías. Era el primogénito del rey David, pero éste prefería a Salomón, y decidió entregarle el trono a este último. Adonías reunió a sus partidarios, el poderoso general Joab y el sacerdote Abiatar, y se proclamó rey. Cuando David se enteró de esto nombró rey a Salomón y lo sentó en el trono. ¿Qué hizo Adonías? ¿Planteó batalla? ¿Entabló negociaciones? ¡No! Dice mi libro que a sus partidarios les entró miedo y salieron en desbandada, y “Adonías, temeroso de Salomón, fue a agarrarse a los salientes del altar…diciendo: “Júreme hoy el rey Salomón que no me ha de matar a espada”. Un tipo tan lamentable quería ser rey, ¡increíble! Salomón le prometió respetar su vida siempre y cuando le fuera leal. ¿Y qué creéis que hizo Adonías? ¡Pedir la mano de Abisag, la concubina del rey David, para así tener acceso a la corte y ver reforzadas sus pretensiones a la corona! ¡Se debía pensar que Salomón, el rey más sabio de la historia, era tonto! En cuanto éste se enteró le mandó ejecutar, y fin del cuento. Mira, pensaba entrevistarle como a todos, pero me parece un tío tan patético que ni siquiera voy a dejarle que goce de mi presencia. ¡Loser!

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