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@BECARIA_

Mujeres machistas

Becaria escribe sobre el machismo palpable y superficial del día a día que se observa en mujeres sobre otras mujeres y sobre sí mismas.

Pancarta feminista en una manifestación

Pancarta feminista en una manifestaciónPixabay

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Quien más y quien menos, todas las personas, hombres y mujeres, hemos recibido una educación machista; algunas la licenciatura completa, otras alguna asignatura aislada de libre configuración. Es lo que hay, tampoco nos vamos a crucificar por algo que llevamos arrastrando siglos, pero ello no quita que nos paremos a analizar nuestras ideas, comportamientos y formas de actuar para caer en la cuenta de que esos pensamientos y actitudes machistas no nos dejan caminar por una sociedad igualitaria donde sobre el papel tenemos los mismos derechos y libertades, pero en la práctica ahí están las evidencias de que no se dan; que si la brecha salarial, el techo de cristal, la doble jornada de las mujeres madres porque sus parejas no dan palo al agua, la violencia psicológica y física y los asesinatos cuando el móvil es "la maté porque era mía".

La idea de explayarme hoy aquí sobre este asunto no es rozar la náusea con temas tan delicados y que prefiero dejar a especialistas en cada avería social, psicológica y/o psiquiátrica que estos acontecimientos les conciernen, pero sí me quiero parar en el machismo palpable y superficial del día a día que se observa en mujeres sobre otras mujeres y sobre sí mismas, un grano purulento que no para de supurar y no se llaman Juan Carlos ni Manolo, sino Marta y Ana María.

¡Puta! ¡Mala zorra!

Porque por el hecho de ser mujer no eres feminista y puedes compartir ideas que vayan en contra de la igualdad, denigrando a otras mujeres simplemente por ser mujeres. Criticar a tus iguales y juzgar su vida por cómo lleven su vida sentimental y sexual, por cambiar de pareja frecuentemente o por su forma de vestir, por cómo de grande sea su escote o cómo de corta sea la falda, es un claro ejemplo de ello. Mujeres machirulas que viven en una constante grada deportiva medieval con revistas de peluquería y perfiles en redes sociales dedicados expresamente a denigrar a “esas malas zorras”, y que sirven como altavoces de sus ideales podridos.

Mujeres machistas por imitación

Repiten como loros lo que dicen sus parejas hombres, también muy machistas, porque para qué van a pensar por sí mismas si ya tienen el guion de su vida escrito por él. Quieren creer que la vida de la mujer sigue siendo hacer la casa y cuidar a los hijos, sostienen la idea de que si el hombre pega o mata a la mujer es "porque algo haría" y siempre ponen el foco en ellas cuando quienes han cometido un delito son ellos. Un tipo de fauna humana que se detecta sin complejos en los comentarios de los diarios digitales en las redes sociales. Sus limitaciones mentales son reversibles, pero no es fácil hacerles reflexionar cuando llevan toda la vida pensando igual y sin otra iniciativa.

Rocío, modelo, actriz y arquitecto

Ni machista ni feminista, femenina e igualista. Rocío es arquitecto, Manuela es médico. Aunque la RAE acepte el femenino de estos nombres, el machismo siempre se refiere a las profesiones en masculino y deja en evidencia ese sentimiento de inferioridad porque en masculino se ha usado "siempre" y es el indicador de poder y prestigio, como el abogado y lo que tiene ahí colgado. Estas mujeres que prefieren referirse a sí mismas en masculino suelen afirmar que en sus puestos de trabajo nunca han sufrido el machismo por parte de sus compañeros, pero por un sencillo motivo: se han comportado como ellos para no sufrirlo.

¡La culpa de la pandemia es del 8M!

También muchas negacionistas del virus y de la pandemia han echado la culpa de la pandemia al 8M como muestra de su antifeminismo inexplicable, y ahora, ya vacunadas, van echando pestes de lo que surja: hoy contra el Ministerio de Igualdad y su ministra, mañana reivindicarán la pena de muerte y pasado lo que les manden sus amos ideológicos a través de sus canales secretos por Telegram. La cuestión es tirar piedras contra su propio tejado, que hace menos ruido que pensar. Suelen coincidir con las amas de casa machistas por imitación de su amo y siervas de su señor, unas porque viven bien con su dinero y otras porque no les queda otra opción.

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