Entre violines y páginas de cine

67 66 ENTRE VIOLINES Y PÁGINAS DE CINE NEREA ALBERDI ENTRE VIOLINES Y PÁGINAS DE CINE NEREA ALBERDI D e pequeña, una de las cosas que más le gustaban a Nerea Alberdi era escribir relatos. Vivía en Bilbao y soñaba con ser escritora. Sus padres, ambos músicos de carrera aunque no de profesión, querían que sus hijos también recibieran formación musical, así que los lle- varon a clases de música desde una edad muy temprana. Nerea, que por entonces debía rondar los cinco años, no recuerda que aquellas clases le suscitaran demasiado interés, pues para ella venían a ser lo mismo que ir a la escuela. Eran una actividad más, como escribir. Otra afición. Aprendió a tocar el piano y el violín simultáneamente, y no cree que en ese momento tuviese una clara predilección por uno de los dos instrumen- tos. Años más tarde, con ocho, entró a formar parte del coro del conserva- torio, con el que estrenó una obra a la que le siguió una gira estatal y una grabación. Nerea estaba feliz. La vida era una aventura repleta de viajes en autobús, hoteles y ensayos. ¡Tan pequeña y ya experimentaba cosas tan interesantes!

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