El matador de toros el colombiano, Luís Bolivar realiza un pase de pecho

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SEMANA GRANDE DE BILBAO 2013 | DEL 17 AL 23 DE AGOSTO

Escribano, Bolívar y Pinar se llevan tres justas orejas en Bilbao

El sevillano Manuel Escribano, el colombiano Luis Bolívar y al albaceteño Rubén Pinar cortaron una merecida y justa oreja cada uno tras sus buenas actuaciones en la corrida.

Tres toreros de la zona media del escalafón, de los que ninguno ha entrado todavía en ese grupo exclusivo de las denominadas figuras del toreo, dieron una más que digna tarde de toros en una plaza tan exigente como la de Bilbao.

Manuel Escribano, Luis Bolívar y Rubén Pinar se mostro muy por encima de una seria, desfondada y nada fácil corrida de La Quinta, a la que con buen oficio, mucha dignidad y sobrada entrega sacaron mucho más partido del esperado.

La primera oreja de la tarde la paseó el colombiano Bolívar, cortada a un toro muy hondo y reservón que no mostró casi nunca a las claras sus malas intenciones. Fue su matador quien, muy seguro, imponiéndole siempre el mando y el ritmo de la faena, se ocupó de que no las desarrollara.

Pero el incierto comportamiento del astado se manifestó al mínimo descuido del torero de Cali, cuando el de La Quinta se le arrancó con violencia y le prendió con mucha violencia por la pierna izquierda, aunque sin lograr hacer carne.

Repuesto del susto, Bolívar lo mató de una gran estocada, en la que se dejó ver con mucho valor. Y, cuando ya parecía todo hecho, aún en la agonía el toro volvió a voltearle, mostrando, ahora sí, su verdadero fondo. Por todo, oreja de las de peso para el colombiano, que tuvo en el quinto, acobardado y de mal estilo, al de peor condición de la corrida.

El segundo trofeo, del cuarto toro, fue para Manuel Escribano, que tuvo un gran debut en Bilbao. El torero de Gerena volvió a mostrar esta temporada de su lanzamiento su concepto total de la lidia, desde las largas cambiadas de rodillas con que recibió a sus dos toros hasta las buenas estocadas con que los pasaportó. Y entre medias dejó también pares de banderillas de tanto mérito como el escalofriante quiebro con que cerró el tercio en el segundo y que puso en pie a los tendidos bilbaínos. Pero, sobre todo lo demás, Escribano gustó por el gran oficio, el reposo y el temple con que lidió a ambos.

No pudo redondear el sevillano con el que abrió plaza, que se desfondó a las primeras de cambio, pero sí con ese cuarto, soso y desrazado pero con el que, gracias a su inteligencia y a su pureza de planteamientos, logró momentos de verdadero interés.

La tercera oreja, por fin, fue para Pinar, arrancada de un sexto toro que tuvo nobleza pero no fuerza para repetir sus embestidas. Igual que con el descastado tercero, el diestro de Tobarra usó una precisa y buena técnica en todo momento, y se aplicó con una seria firmeza para brillar muy por encima de las condiciones de ambos.

Fue así como Pinar y sus compañeros de terna evidenciaron que sus posiciones en el confuso escalafón actual, como sucede con otros toreros, no reflejan los verdaderos méritos alcanzados en el ruedo. Sobre todo en ruedos tan exigentes como el de Bilbao, donde no muchos son capaces de estar al nivel al que hoy se mostraron ellos.

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