El diestro Manuel Jesús "El Cid" durante la lidia a su segundo toro

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CORRIDAS GENERALES DE BILBAO | 24 DE AGOSTO

El Cid corta la última oreja de la feria de su gran lote de 'Victorinos'

El Cid cortó la última oreja de las Corridas Generales de Bilbao, que finalizaron con la lidia de seis toros de Victorino Martín, de los que el diestro sevillano sorteó el mejor y más completo lote.

La corrida de Victorino Martín tuvo dos caras bien diferenciadas, la de la miel y la de la hiel, repartida la suerte entre tres toros de pesadilla y otros tantos de gloria que marcaron guiones también muy diferentes.

Pero el reparto de esa suerte de dos caras no fue equitativo entre los tres toreros, sino que a El Cid, con su habitual 'baraka', le cayó el premio gordo de dos de los "victorinos" de triunfo y de los que obtuvo una solitaria oreja que supo a poco para lo que ambos le ofrecieron.

Ese trofeo, el último de unas Corridas Generales que no fueron precisamente pródigas en orejas, lo paseó el torero de Salteras tras la muerte del quinto, un toro que mostró su clase en la embestida desde los primeros lances de capa y la mantuvo hasta el mismo momento de la estocada.

El Cid le hizo una larga faena, más asentada que la de su primero, pero de trazos ligeros y de un mando insuficiente para apurar y cuajar al toro en toda la dimensión de su exigente calidad.

Con todo, el sevillano mantuvo las formas en todo momento y se esforzó por mantener el reposo a lo largo de una obra más aparente que rotunda y que se premió en la misma medida.

El segundo aún le exigió un esfuerzo mayor, en tanto que pedía un sometimiento más estricto de sus encastadas y emotivas embestidas, ante las que El Cid, cauto y movido, pocas veces se comprometió a fondo.

El otro toro de la cara "amable", que no por ello fácil, de la victorinada fue el imponente sexto, el más serio de cuantos se han lidiado este año en Bilbao. Y para compensar la impresión que causaba causar su trapío, tuvo unas embestidas de un temple casi dulce por el pitón izquierdo.

El colombiano Luis Bolívar se enfrascó en el empeño de aprovecharlas con un esfuerzo de muy desiguales resultados, pues en varias ocasiones logró darle naturales muy estimables pero a los que sucedían otros tantos desacoplados que anulaban la conexión con el tendido.

No fue hasta mediado el larguísimo trasteo cuando logró darle Bolívar la única serie compacta de pases a un toro noble y con clase, pero que no perdonó sus errores técnicos ni le regaló ni más que lo que él pudo extraerle y que fue insuficiente para avalar el triunfo.

El lado más amargo de los "victorinos", que incluyó a un primero de Bolívar que desarrolló un creciente peligro, la vivió y padeció especialmente Diego Urdiales con su infame lote.

El que abrió plaza fue un manso, áspero y descastado cárdeno que, raramente en esta ganadería, acabó rajado y buscando oxígeno con la boca abierta.

El torero riojano le dio todas las ventajas, con un puro y sencillo planteamiento, para robarle con tanta inteligencia como sinceridad algunos pocos pases bien compuestos.

En cambio, el cuarto no tuvo ni uno, ni un pase ni un adorno, ya desde que arrolló a un extraño espontáneo que apareció en el ruedo tambaleante y pretendiendo torearlo con una chaqueta.

Después del percance, que conmocionó la plaza durante largos minutos, el de Victorino amenazó también muy seriamente la integridad de Urdiales, midiéndole en cada movimiento y buscándole con sentido en unas aviesas coladas de las que el matador se libró con un pundonoroso oficio.

Ficha del festejo
Toros de Victorino Martín, de excelente presentación, en tipo, con cuajo y muy serias cornamentas. Corrida de juego muy desigual, con tres toros descastados y con peligro y otros tres (2º, 5º y 6º) bravos, enclasados y exigentes.

Diego Urdiales: pinchazo y estocada contraria (ovación); pinchazo y estocada delantera contraria (ovación).
El Cid: estocada corta tendida (ovación); estocada delantera (oreja).
Luis Bolívar: estocada caída y descabello (silencio); pinchazo hondo y metisaca bajo (silencio tras aviso).

Buen tono general de las cuadrillas, entre las que Raúl Adrada y Alberto Zayas saludaron tras banderillear al tercero.

A la salida del cuarto se arrojó un espontáneo que citó al toro con una chaqueta y que resultó arrollado. Fue atendido en la enfermería de un puntazo en una axila y de diversas contusiones.

La plaza de Vista Alegre se cubrió en la mitad de su aforo, en el noveno y último festejo de las Corridas Generales.

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