El diestro Pepín Liria da un pase a su primer toro

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Épica de Pepín Liria en 'su' Pamplona

Pepín Liria ha sido un auténtico ídolo en Pamplona donde cortó una oreja pero debieron ser dos. El Juli logró varias tandas por el pitón derecho gracias a la virtuosa muleta del torero madrileño y Ginés Marín ha podido triunfar con el segundo tras una importante faena de ligazón.

De blanco y oro hizo el paseíllo Pepín Liria 10 años después en una de las plazas donde ha sido un auténtico ídolo. Pero pocos se acordaron de aplaudir la gesta del torero murciano al terminar el paseíllo que el año pasado decidió volver a torear en su 25 aniversario de alternativa en homenaje a los toreros fallecidos Víctor Barrio e Iván Fandiño. Una declaración de intenciones que se ha refrendado hoy de inicio, recibiendo a su primero con dos largas cambiadas en el tercio. Comenzó la faena también de rodillas en los tendidos de sol y ahí continuó con mucha emoción.

La estocada fue defentuosa y la faena silenciada. Y en el cuarto llegó la locura, una faena épica de Pepín Liria recordando sus tardes de gloria en esta plaza. Buen toro el de Victoriano que embestía largo y con profundidad que brindó a Juan Rato Ruiz, hijo del maestro Espartaco. Gran intensidad durante toda la faena en la que las peñas corearon al unísono el nombre de su ídolo tras una espectacular cogida. Cortó una oreja pero debieron ser dos. Incomprensiblemente el palco decidió quitarle el protagonismo y el triunfo merecido.

Magistral El Juli con un toro al que le suavizó los defectos desde los primeros muletazos, apaciguó la violencia de las embestidas y consiguió varias tandas por el pitón derecho gracias a la virtuosa muleta del torero madrileño. Falló con la espada. Arranca la faena al quinto, noble pero con escasa fuerza, por el pitón izquierdo con muletazos de desmayo pero poco más se pudo ver a pesar de la intención de El Juli. Fue obligado a salir a saludar.

Ginés Marín, en su segunda tarde, ha podido triunfar con el segundo tras una importante faena de ligazón y con extraordinarios muletazos por el pitón izquierdo con los que conectó rápido con el tendido. El intenso final por bernadinas sirvió para haber cortado una oreja de no haber fallado con la espada. El sexto fue devuelto y el sobrero se rajó muy pronto sin que la faena tomara vuelo.

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