Vetusta Morla durante el concierto

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SONORAMA RIBERA 2015

La maquinaria infalible de Vetusta Morla sale a ganar en otro Sonorama de récord

Aunque Supersubmarina dejó el viernes el listón de los afectos y pasiones muy alto, hace tiempo que Vetusta Morla no sale si no es a ganar con una maquinaria infalible en directo, perfecta para ponerle el broche a otro Sonorama de récord.

Nunca este festival, ni siquiera en la edición previa con Raphael, había registrado una entrada global de 50.000 personas, 15.000 de ellas en esta última jornada de cuatro, según cifras de la organización.
Tras el pico alcanzado en 2014 y después de tres años de ausencia, parecía oportuno volver a traer para su cuarta actuación en estos lares a la banda que se ha convertido en el mayor gigante del "indie" nacional.

Vetusta Morla ha aterrizado aquí en un momento muy dulce de su carrera, entronados este mismo año con siete Premios de la Música Independiente (MIN) por su disco "La deriva" y por su exitoso debut en el antiguo Palacio de Deportes de Madrid.

Con su último álbum más que presentado, toca el turno de echar la vista atrás con generosidad a los viejos temas que ayudaron a encumbrarles, sin perder de vista los hallazgos encontrados en tantos kilómetros de giras.

Con una de las presentaciones escenográficas mejor armadas del panorama español, si no la mejor, los madrileños son ya una perfecta, gigantesca y engrasada máquina que, pese a su pulcritud, siempre deja espacio para la sorpresa, la variación, el detalle y la tensión, véase los intesos y largos finales de "Mapas" y "La cuadratura del círculo".

Ayuda contar además con una de las voces más versátiles, vigorosas y fluidas, encerrada en un cuerpo que es dinamita y pura torsión en los momentos explosivos y matiz melodramático en los más sosegados. "Este sí es un público con denominación de origen", ha señalado Pucho, el susodicho vocalista, en uno de los muchos reconocimientos a esta audiencia de la Ribera del Duero (y más allá) que han venido en masa al Sonorama solo para verles a ellos.

Él y sus compañeros han brillado especialmente con "Golpe maestro" casi al inicio, con el derroche de energía de "Cuarteles de invierno", con "El hombre del saco", el tsunami saltarín que han provocado con "Sálvese quien pueda" o, por supuesto, con "Saharabbey road", una joya apta para la épica de estadio que no siempre incluyen en su repertorio, cerrado esta vez con "Los días raros".

No todo ha sido Vetusta Morla. Por ejemplo la programación matutina en la plaza del Trigo, además de por el evocador concierto de Rufus T. Firefly, quedará para el recuerdo gracias un "show" sorpresa y benéfico (la construcción de una escuela musical en Brasil) con primeros espadas versionando temas de sus colegas en un espectáculo catártico y comunal, lleno hasta la bandera.

Entre esos artistas se encontraba Xoel López, que ha protagonizado otro de los grandes conciertos de la noche con una "propuesta singular" pensada exclusivamente para Sonorama, "uno de los pocos lugares donde podría haberlo hecho", ha dicho en rueda de prensa.

Este "hombre solitario", como se ha definido, se ha presentado sin banda, provisto únicamente de su guitarra, la armónica, una pandereta de pie, el teclado y esa voz templada y cariñosa incluso cuando canta a una exnovia en "Todo lo que te merezcas" versos como "y que te falte el aire / y que te ahogue el silencio / y llores todos los días / como me hiciste llorar a mí".

Por cosas así, esta ha sido una actuación de pop y de folk con sentimiento y a veces intensidad de rock, especialmente al abordar su "hit" de tiempos de Deluxe "Que no", cada vez más un himno generacional en el que sintetizó en forma de canción otra regla universal del amor: "No intentes hacerme cambiar / no me pidas ese favor / siento decirte que no, que no, que que no, que no".

Supersubmarina durante el concierto

Difícil saber quién debe más a quién: Supersubmarina al festival que los llevó a la primera división del "indie" español o Sonorama a la banda que una y otra vez rebasa sus expectativas, por más encuentros de los que goce este romance y por más escarceos que mantengan de puertas para afuera.

Aunque parezca imposible, los de Baeza (Jaén) volvieron a superarse la jornada del sabado en la que consideran su "casa", tras no dejar escapar más que a unas pocas de las 15.000 personas que han acudido a la segunda gran jornada (la tercera en realidad) del XVIII edición del festival arandino (como ayer, con todo el aforo completo).

Del conjunto cabe destacar el apogeo vivido con el jovial "Hogueras" y el bonito mar de brazos en alto, igual que con "Puta vida" y "Kevin McAllister", "En mis venas", o, de su primer disco, con "Supersubmarina" y "Ciento cero" como bandera y gran final.

Pero la jornada ha dado para mucho más y podría decirse a título general que este ha sido el día de los soniquetes optimistas, empezando por el concierto sorpresa de La Habitación Roja por la mañana en esa famosa plaza del Trigo, con versiones de "Man on the moon" o "Don't look back in anger", entre otras.

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