Ana,
Hace años que no notaba esta extraña sensación que tengo ahora, la de enfrentarme a un folio en blanco con la intención de hablar contigo… con la completa certeza de que esta carta nunca llegaría a tus manos.
Han pasado varios años y te vuelvo a escribir, sin la seguridad de que tú vivas todavía en Madrid. Conociéndote, me imagino que ya no. Eras una chica inquieta, decidida… y seguro que ya estás en París, triunfando como diseñadora, como siempre quisiste. A mi despacho llegan revistas de moda de todo el mundo, y cada temporada las abro con la ilusión de encontrar algún día tu sonrisa desde el otro lado de las fotografías.
Sin embargo, Ana, esta carta es bastante diferente a todas las que hace años te enviaba. No te preocupes, no hay reproches, puedes seguir leyendo. Sólo te escribo para anunciarte que mi padre me ha pedido que regrese a España para el acto de presentación de la nueva colección… Todavía no le he contestado a mi padre o… quería antes avisártelo a ti.Tú tenías que ser la primera en enterarse de que vuelvo a Madrid.
Qué curiosa es la vida a veces, ¿verdad? La última vez que estuve en las galerías, tuve que salir por la puerta de atrás. Por la del callejón. Ahora mi padre quiere que vuelva a entrar en las Galerías Velvet por todo lo alto: fiesta de gala, champagne, periodistas…
En unos minutos, en cuanto acabe de escribirte esta carta, doblaré el papel con cuidado, y construiré con él un avión como los que te enviaba de pequeño. Lo meteré en un sobre y de esta manera este avión volará hasta Madrid… y llegará días antes que yo. Y con el avión, quiero enviarte una invitación, Ana.
¿Nos vemos en la azotea? Aunque sólo sea por los viejos tiempos.
Un saludo afectuoso.
Alberto