Los lictores se llevan a Tito. Lo acusan de la muerte de la hija del senador que apareció muerta en la cama de Décimo. Pero Cora no permitirá esta injusticia y junto a Décimo tratará de encontrar al verdadero culpable de la muerte de la joven sin sospechar quién está detrás del asesinato. Pero el encarcelamiento de Tito no es la única preocupación de los Sulpicio.

Galba ha descubierto al traidor. Octavio, su propio hermano, al que lejos de ajusticiar, decide utilizar para recuperar a su hijo Cayo de una vez por todas. Octavio deberá abrir las puertas de la casa de Quinto para que Marco se haga con el niño. Un plan perfecto que se trastocará por culpa de Antonia. Mientras tanto, Galba, decide adelantar la boda entre su hermana y su aliado, Sila. Lejos de resignarse, Cordelia pide a Craso un último favor: matar a Sila.