Los trabajadores se están sublevando: Francisca ordena mano dura. Mauricio ha disuelto la asamblea, pero teme que las cosas vayan a peor, hablará con Raimundo.

Matías reconoce a Nicolás que está loco por Prado. Ese mismo día, la cuadrilla de obreros contratada por Severo se instala en el hotel. Prado está deslumbrada por Sixto, el hijo del contratista.

Aurora pide al cura que organice la boda de su hermano. Candela ha notado que a Aurora le pasa algo, y así ella confiesa que se siente fuera de lugar, todos tienen en camino su vida menos ella.

Severo no logra animar a su hermana, quien cuando no es vista, roba un cuchillo.  Carmelo intenta hacerla recapacitar pero ella le agrede con el cuchillo que robó.

Ramona y Griselda intentan, sin éxito, llamar la atención de Mauricio.

Pedro y Dolores empiezan a tener mucho temas abiertos en sus cabezas. En primer lugar, la ausencia de Hipólito empieza a ser preocupante. Por otro lado, se plantean si les conviene o no asistir a la fiesta de la Montenegro después de que se hayan aireado sus trapos sucios con Hacienda.

Bosco le pide al cura que acelere su boda: tiene que casarse en menos de una semana.

Llega el momento de la fiesta, finalmente, y todo está dispuesto con sumo detalle y lujo. Pero sólo don Anselmo y los Mirañar acuden a la fiesta. Todos han dado la espalda a la Montenegro que se muestra profundísimamente entristecida.