El secuestro no es más que un ardid de Francisca para retener a Tristán y hacer daño a Pepa.

Alfonso se siente superado por la relación entre Emilia y Francisca. Las explicaciones de su esposa no consiguen aplacar su ira.

Tristán se trabaja la pena para socavar la moral de su secuestrador. Tampoco consigue nada.

Pepa hace planes de futuro, inconsciente de la tragedia que planea sobre su cabeza. El secuestrador revela a Pepa que sucede algo con Tristán y que todos la están engañando.