Sara, desesperada, intenta hablar con Miguel pero éste la rechaza y le recuerda su ultimátum. Por su parte, Sara informa a Juan y Chato que Miguel conoce su identidad secreta de bandolera. El Chato enfurece, temiendo por el futuro de la banda.

Miguel, que sigue sufriendo por la traición de Sara, tendrá que vérselas con un nuevo problema y es que Olmedo contrata a unos peligrosos mercenarios liderado por el sanguinario Conrado Mendoza, ex militar carlista.

El Chato se reencuentra con Pirri, un raterillo y un antiguo amigo que también pasó por el reformatorio de Sevilla. El Chato quiere convencerle para que se una a su banda.

Roberto se da cuenta de que para llevar bien el cortijo de los Montoro tendrá que vivir en él.