Chato, convencido de que debe marcharse de Arazana y buscar fortuna en otras tierras, se despide de Sara, Juan, Rafalín y especialmente de Clara, a la que le hace un bonito regalo. Por otro lado, Lucero necesita pagar una deuda e intenta hacerse con el dinero que ha conseguido Rafalín por su yelmo medieval, pero el trampero no es tan tonto y no se lo da. Al torero no le queda otra que, por primera vez en su vida, ponerse a trabajar y, para ello, pide a Pilar ser su ayudante en la taberna.

Además, el nuevo capitán de la Guardia Civil llega a Arazana fingiendo ser un pobre labrador que necesita de los servicios de los agentes.