Rafalín consigue distraer a los cuatreros para que huya Chato y salir airoso del encontronazo. Más tarde, el trampero encuentra un yelmo medieval cavando un agujero en mitad del monte.
Pablo decide repartir el agua de sus acequias entre los vecinos y así paliar la sequía para beneplácito de Sara, pero mantiene al margen de su decisión a su padre, todavía convaleciente. Jairo tiene sospechas acerca de Elías, como líder de la banda de cuatreros, pero el ímpetu del recluta le jugará una mala pasada.