Richard Thomas ha llegado a Arazana con la intención de llevarse a Sara de vuelta a Oxford. Pero la joven se dará cuenta de que no puede abandonar estas tierras. El libro que está escribiendo, la cercanía de los bandoleros, la tierra y su gente, Miguel, Roberto… son muchas las razones para no dar por finalizado su viaje por Andalucía

Carranza, ante el acoso de la Guardia Civil, quiere disolver la banda pero El Chato tiene otros planes y se enfrenta al jefe. Carranza tiene que hacerse valer y poner a El Chato en su sitio.

Álvaro Montoro sigue ejerciendo como cabeza de familia en funciones mientras su padre está ausente. Monta en cólera al ver que Carmen y Eugenia han sacado un vestido de la madre muerta. Cuando el caso del “Lucero de Linares” parecía resuelto, el torero aparece de nuevo y es Carmen la que tiene que espantarlo para que deje de rondar a Eugenia.

Tomás no se atreve a contar a su familia que ha sido estafado. Ahoga su angustia en vino, mientras no para de atormentarse pensando que su vida es una ruina y él un fracasado.

 

Sara ha decidido quedarse en el pueblo y hace de la posada de La Maña su hogar. En uno de sus paseos a caballo con su tío Richard, varios bandidos dirigidos por el Chato les asaltan.

El Chato, desoyendo las órdenes de Carranza, desarrolla un plan para continuar con su actividad de bandoleros. Pero ni Marcial, ni Juan Caballero quieren unirse a él.

Tomás está muy preocupado por el dinero perdido. Sobre todo ahora que las posibilidades de que Juanito vaya a la Universidad empiezan a hacerse realidad.

En la finca de los Montoro todo el mundo se prepara para la inminente llegada de Don Germán. Carmen se arregla más que de costumbre y Álvaro quiere impresionar a su padre con la brillante gestión de la finca.