Miguel siente una inmensa felicidad al poder hablar con su padre Antonio en México y que al fin todo se haya aclarado, por haberlo abandonado.

Guillermo se siente muy deprimido y disgustado por no lograr el perdón de Carlota y paga los platos rotos con Sofía, gritándole que no quiere nada con ella.

Guillermo cita a Carlota para entregarle todos sus ahorros y que ella pueda cubrir todas las deudas que dejó su padre, pero esta le grita que jamás podrá comprar su perdón.