Diego sale a la calle desoyendo los consejos prudentes de Filo, sufre un desvanecimiento y cae. Valeria contempla la escena y lo auxilia por humanidad, dice,  negándose  prácticamente a hablar con él.

Manolita considera a Pelayo muy poco solidario y absurdo tenerlo como cliente en el hostal. Decide, apoyada por Marcelino, hablar con él muy claramente. Pero el hombre no va a dar marcha atrás. Quiere ser libre y hacer lo que le venga en gana los últimos años de su vida. Se jubila lo quieran o no.

Samuel tiene un susto mayúsculo cuando ve a Aniceto, bebiendo y con una pistola en la mano. Consigue sacarlo de la Academia pero el hombre no iba a suicidarse aunque esté muy hundido porque le han mandado a la reserva.

Héctor y Asun fantasean con ir de vacaciones a alguna playa lejana esos días de tranquilidad en el despacho. Tenerife es la elección, pero cuando van a hablar con Bonilla, éste se les adelanta  y dice haber comprado un billete para Roma. Necesita descansar.