Diego y Augusto ojean los terrenos de Filo antes de tomar ninguna decisión sobre qué hacer con ellos. Allí se encuentran y terminan a punto de enfrentarse a muerte. Elena está obsesionada con Diego, y Valeria le habla con claridad: debe olvidarse de él o se volverá loca.

Asunción está deprimida: no le gusta este mundo lleno de mentiras y parece que va a contarle a la policía las sospechas sobre Daniel. Finalmente no lo hace porque un joven ha confesado el crimen. Asunción obliga a Héctor a volver junto a Teresa.

A pesar de que Rufino da su sangre para hacerle una transfusión a Aniceto, éste sigue sin tragarle. El sentido común de Pelayo y la bondad de Rufino le harán recapacitar y readmitir a Rufino en la academia.