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Viven rodeadas de turistas, de ruido, tráfico, obras y a veces incluso de indigentes y prostitución... y aun así, muchas familias siguen apostando por vivir en el centro de las ciudades. ¿Por qué?

MANERAS DE VIVIR ha compartido un día con los Martínez, que viven en el mismísimo corazón de Madrid, a dos pasos de la Puerta del Sol. Los Martínez residen en un pequeño sótano con sus seis hijos... el más pequeño tiene sólo 9 días de vida. Todos los días pasan delante del reloj más famoso de España rumbo al metro para llegar al colegio y a sus trabajos. Andan entre cientos de turistas asegurándose de que no se dejan a ningún crío por el camino. Pero ellos afirman que, de momento, les compensa llevarse todas las tardes a sus 6 niños a jugar en su parque: ni más ni menos que la Plaza Mayor de Madrid.

Sin embargo los Soley sueñan con marcharse cuanto antes del centro de Barcelona. Viven en el Raval y tienen su propio puesto en la Boquería... pero ya no soportan el barrio sucio e inseguro en que se han convertido los alrededores de las Ramblas. Ahí, nos dicen, no pueden seguir criando a sus hijos, unos niños que han convertido el salón de su casa en el único parque seguro en el que pueden jugar.

Los Díaz del Río viven en el mismo corazón de Valencia, en el barrio chino. Si alzan la vista desde su terraza, disfrutan de la catedral, el Mercado Central, los tejados y el cielo valenciano... pero cuando la bajan ven unas obras que tienen levantadas las calles desde hace dos años con un ruido ensordecedor. Eso de día, porque cuando llega la noche llegan también las discusiones de las prostitutas que buscan clientes en su plaza. Pero a esta familia le da igual esos ruidos y el de las sirenas de la policía. Ellos nunca se irán del centro de Valencia.

Tampoco Los Lamas y Los Rumbo tienen previsto marcharse del corazón de Santiago. A pesar de los cientos de peregrinos con los que se tropiezan a diario, a pesar de que tienen que dejar el coche a diez minutos de casa, a pesar de que la condición de Patrimonio de la Humanidad les obliga a depender de las bombonas de butano... ellos no cambiarían el centro de Santiago de Compostela por nada.

El centro de Sevilla es para Los Calvo y sus dos niños, su paraíso. Ahora bien, dependen de la bicicleta para poder moverse por unas calles que son un auténtico caos de tráfico. Viven en el centro por convicción, de hecho se mudaron desde las afueras. Todo el ruido del tráfico, las bocinas de los coches, las incomodidades de los turistas... desaparecen cuando salen a su terraza y ven a dos pasos la Giralda.

 

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