Magdalena tiene 73 años y vive con su hijo, que padece esquizofrenia. En Espejo Público hemos hablado con las dos partes: con los vecinos que denuncian amenazas y agresiones; y también con la misma Magdalena.

Las versiones son totalmente diferentes. Por un lado, los vecinos acusan a esta vecina de crear enfrentamientos, insultar y agredirles. Aseguran que detrás de todo están las malas compañías de su hijo. Mientras, Magdalena y su hijo se defienden con argumentos totalmente contrarios. Dicen que los vecinos les persiguen, les insultan y es están haciendo la vida imposible.

Lo cierto es que la convivencia en esta comunidad de vecinos parece imposible y, lo peor, la solución no parece fácil ni cercana.