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LAS CLAVES DEL JUICIO

La triangulación de las llamadas de Bretón desmonta su coartada

José Bretón sabe muy bien dónde falla su coartada sobre lo que hizo la mañana en la que desaparecieron sus hijos. Está muy preocupado por las antenas de telefonía que indican que no estuvo en la casa de su hermana como él dice.

1 km de distancia es lo que separa el antiguo hospital militar de la casa de Catalina Bretón. La mañana del 8 de octubre el padre de Ruth y José pasa con un coche que podría ser el de su hermana por la avenida de Córdoba donde está ese edificio. Y el dato lo corrobora el atestado policial al que ha tenido acceso Espejo Público.

Bretón realizó ese día, a las 10.57 de la mañana una llamada a Ruth Ortiz. La que pudo ser definitiva. La comunicación es captada por la antena del Hospital Militar. Por tanto es imposible que, según su declaración, a esa hora, estuviese en casa de su hermana cuidando de sus sobrinos.

La tecnología delata a Bretón y, para despejar cualquier duda, los investigadores hacen la prueba. Se trasladan al domicilio de Catalina y, desde allí realizan un total de 110 llamadas de teléfono. El resultado es que, ninguna es captada por la antena del hospital militar. Bretón miente y así lo desvela su teléfono.

Por si la policía contase con pocos datos que corroborasen esta teoría, un testimonio desmonta la coartada de Bretón. Una persona que, 16 minutos después asegura ver al acusado en la finca de las Quemadillas. Su testimonio es tan firme como las pruebas que aporta. Asegura que no tiene ningna duda de que es el padre de los pequeños, lo reconoce y presenta facturas y tickets de pago de ese 8 de octubre a esa hora. Es el momento en el que, según los investigadores y el relato del fiscal Bretón estaba preparando la escena del crimen. Pruebas que preocupan y mucho al acusado. Su teléfono le deja una vez más fuera de juego.

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