Ángela Jaén era una persona electrosensible. Durante un año y medio luchó contra su enfermedad, una patología que en España no está reconocida. No podía acercarse a ningún aparato que emitiera ondas electromagnéticas. Los teléfonos móviles y las antenas eran su peor enemigo. Hace seis meses Ángela acabó con su vida. No pudo escapar a tanta tecnología.

Insomnio, poco apetito, escozor de garganta, temblores ... eran algunos de los íntomas que Ángela padecía al estar cerca de los aparatos eléctricos. Tuvo que marcharse de su casa en Pinto porque a pocos metros tenía una antena de telefonía móvil. Nunca encontró una casa libre de electromagnetismo. Se mudó 9 veces.  Cuando salía a la calle se protegía con un velo de hilo de plata que repelía las ondas. A los pocos meses decidió suicidarse. Su familia lucha para que les oigan y se tenga en cuenta los peligros de estas ondas.

La historia de Tania es similar. Es hipersensible a cualquier onda magnética. Vive en una lucha continua contra toda la tecnología que nos rodea. Tiene 34 años y un hijo de cuatro.