Los hechos ocurren en octubre de 2010. Ernesto, un empresario de transportes de 59 años, espera a su esposa, de la que esta en trámites de separación, a la puerta de su casa. La amenaza con una carabina del calibre 22 con silenciador que oculta en un tubo de PVC.

El hombre obliga a su esposa a subirse en su furgoneta. En una escena digna de una película de acción, su hijo que ya había avisado a la Guardia Civil, les persigue en su moto.
Acorralado por la Guardia civil, este hombre apunta a su mujer que se tira del vehículo en marcha para salvar su vida. Entonces, el acusado dispara hasta en ocho ocasiones. También recibe a los agentes que le persiguen a balazos. Se enfrenta a una condena de 30 años de cárcel por secuestro, amenazas y tres intentos de homicidio.

La versión de este hombre durante el juicio nada tiene que ver con la realidad. Según él, la escopeta con la que intentó matar a su mujer, era para atentar contra sí mismo. Una versión que ha quedado desmontada tras las declaraciones de su mujer, su hijo y los agentes de la guardia civil que le detuvieron y a los que también recibió a tiros. "Agradezco de por vida a los agentes que participaron", ha dicho María.