Los feligreses de un pueblo de Ourense echan al párroco de su iglesia

Cuando Jesús Conde se disponía a entrar en la iglesia de Punxin para oficiar misa, como cualquier otro domingo, se topó con un centenar de vecinos que le impedía el paso. Un escrache en toda regla formado por aquellos que nadie esperaba, los propios feligreses. Aseguran estar hartos de que el sacerdote, entre otras cosas, llame adúlteras a las mujeres o borrachos a los hombres. A las puertas del templo, le plantean toda una serie de reproches como llegar tarde a misa, negar la comunión a parejas que conviven sin estar casadas u obligar a los vecinos a ir a buscarlo en coche cuando hay un funeral.

La intención de los vecinos es reconducir la situación con el religioso, pero el sacerdote no da su brazo a torcer y decide marcharse. De hecho, las cosas terminan con la dimisión del mismísimo sacristán que presenta allí mismo la dimision y le entrega las llaves del templo. Afirman que le han advertido tres o cuatro veces que cambiara de actitud sin respuesta. Tras el escrache, los vecinos han iniciado una recogida de firmas para pedir al obispo el relevo del cura escrachado