Tiene especial protagonismo en la declaración de Rosario Porto. Al principio se puede ver un juez empático con la declaración, incluso cercano, recociendo que como Asunta es aficionado a Los Simpsons.

A medida que avanza el interrogatorio, su lenguaje se endurece. Progresivamente, sus palabras y acusaciones suben de tono.

La condescendencia se convierte en sorna y mientras Rosario llora y contesta, el juez escribe mensajes en su teléfono hasta en 31 ocasiones. En un momento dado, la interrumpe sobre un posible desliz de su declaración, sin embargo, no dijo eso.

A la interpretación de cada uno hay que ver si falló el juez o si fue algo intencionado para poner nerviosa a la acusada.