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LLEVABA DESAPARECIDA DESDE 2004

Detenida una falsa pitonisa y su hijo por el crimen de Ana María Martos

La búsqueda de Ana María Martos ha sido una historia muy larga desde el 18 de enero de 2004 que desapareció sin dejar rastro, hasta hace muy pocos días cuando la Policía localizó el cadáver.

Un preso confesó a la policía que Ana María Martos había sido asesinada y enterrada en una finca de Lloret de Mar y propiedad de José María Tarraguel Lago, a quien se le acusa ahora de encubrimiento y de hacer desaparecer el cadaver.  La policía desplazó hasta ese lugar una excavadora y removió más de 180 toneladas de tierra. También fue necesaria la ayuda de un georradar y un detector de metales. Tras 12 horas de intenso trabajo, los restos de Ana María aparecieron en el interior de un bidón metálico relleno con cemento y enterrado a bastante profundidad.

Paralelamente a la búsqueda del cadaver, la policía arrestó en Argentina a los presuntos asesinos. Fueron detenidos en el barrio de Villa Devoto en Buenos Aires. Son madre e hijo de nacionalidad argentina. Ella, Norma Beatriz de 53 años, gitana que se dedicaba a adivinar el futuro en la rambla de Barcelona y que también comercializaba con coches. Él, Diego Ismael Felipoff de 30 años y con antecedentes por estafa. Ambos vivian en Girona en el momento de la desaparición.

Al parecer, Diego Ismael aprovechó la relación de amistad y el difícil momento que vivía Ana María tras su separación, para vaciar sus cuentas bancarias y vender sus propiedades.La policía comprobó que la víctima había vendido el coche y el piso poco antes de desaparecer sin encontrar rastro del dinero. Ana María, al comprobar que podría estar siendo víctima de una estafa, pidió el reintegro total de su dinero, unos 100.000 euros. Al amenzar con denunciarles, los presuntos asesinos decidieron asesinarla y enterrarla en lo más profundo de una finca creyendo que su crimen quedaría impune.

Ahora Norma y su hijo están a la espera de la extradición y se investiga si pudieron estafar a más personas. La familia de Ana María Martos pide respeto a su dolor, pero desean que la justicia caiga con todo el peso de la ley sobre unos asesinos sin escrúpulos.

 

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