La caza furtiva crece con fuerza por la desesperación de muchos parados

Espera es el nombre de un pueblo de la provincia de Cádiz que tiene el triste honor de ser la localidad con más paro de España, el 60 por ciento de las personas en edad de trabajar, no tienen un empleo.

Muchos sobreviven cogiendo espárragos silvestres o caracoles y otros han recuperado una vieja costumbre, la de cazadores furtivos. Es el único medio que tienen para llevar algo de comida a sus familias.

"Sabemos que estamos cometiendo algo ilegal, pero más ilegal es que tus hijos no coman", afirma Antonio quien tiene 6 personas a su cargo. Al atardecer siembra el campo de lazos de cobre. "Hay días que llego a poner hasta 200 lazos", afirma. A la mañana siguiente, recorre los lugares donde tiene puestas las trampas para saber si ha habido suerte. Pueden pagarle unos 3 euros por animal. Mucho riesgo para poca recompensa pues si la Guardia Civil le descubre podrían sancionarle con multas millonarias. "Me han llegado a poner una multa de casi 10 millones de las antiguas pesetas", dice.