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El 80% de la población en algún momento de su vida padece o ha padecido acné. Pero esta patología puede persistir en la edad adulta. Además su repercusión socio-psicológica es muy importante e incluso puede afectar a la calidad de vida. El acné se debe a múltiples factores y consiste en la inflamación de los folículos pilosebáceos por una secreción excesiva de las glándulas sebáceas y la consecuente obstrucción de los poros. Los productos dermocosméticos juegan un papel importante en el tratamiento de los diferentes tipos de acné, ya sea en los casos leves o en los graves (como complemento a los tratamientos farmacológicos). Pero es que además de las antiestéticas –y muchas veces incluso dolorosas- lesiones inflamatorias, la piel presenta marcas y manchas, brillos, poros dilatados y cicatrices.

Los activos más utilizados en los tratamientos para combatir el acné son el ácido salicílico, para eliminar las células muertas acumuladas en el estrato córneo, la capa más superficial de la piel y desobstruir los poros; el ácido glicólico con efecto queratolítico y regenerador que mejora la textura de la piel y el ácido azelaico, un gran activo seborregulador, que además ilumina la piel y atenúa marcas y cicatrices. “Una persona con tendencia acneica necesita que su tratamiento cosmético cubra 11 necesidades o acciones para mantener controlado al máximo el acné y lucir una piel sana y bonita, tanto si sufres acné adolescente como adulto o tardío. Entre otros, es esencial que el tratamiento sea sebo-regulador, bacteriostático, anti-oxidante, matificante, y anti-inflamatorio", comenta Lara Royo, de Lullage acneXpert.