La mujer del piloto logró sobrevivir gracias a las indicaciones del centro de control

Había volado mucho pero Kika nunca había tomado los mandos de un ultraligero. En pleno vuelo por el Guadalquivir su marido, mientras pilota, sufre un desvanecimiento. Ella llama angustiada a Antonio, un amigo que realiza la ruta con ellos en otra nave.

El centro de control empieza a tranquilizarla así: "Juan Antonio va para allá, vas a seguirlo y vas a aterrizar sin nigún problema, ¿vale?. Tal como lo estás haciéndo, esta muy bien".

La mujer consigue primero bajar de altura. Estaba a diez mil pies, y la aseguran que "el avión vuela sin problemas", que esté "tranquila que el avión no se va a caer". La preguntan qué altitud tiene y ella contesta que es de 3.700.

Siguiente objetivo: poner rumbo al aeropuerto sevillano de San Pablo. Allí se cierra el espacio aéreo y se desvían cuatro vuelos. "Pon el rumbo, empieza a virar hasta que veas una 'S', en la brújula con una rayita justo encima de la 'S', la dirigen desde el centro de control.

En la maniobra final de aterrizaje algo se complica y el ultraligero se acaba estrellado en una finca de naranjos cercana al aeropuerto. Un helicoptero de tráfico, que ha acompañando también a la nave aterriza rápido para su auxilio.

Fernando Vera, cabo de la Guardia Civil, cuenta que tiró de ella y se la echó a la espalda, y que "en un radio de 50 metros hubo dos explosiones".

El marido de la mujer ha fallecido en el accidente. Ella permanece ingresada grave pero estable en el Hospital  de Rehabilitación y Traumatología de Sevilla.