No hay Semana Santa sin procesiones, ni comida de cuaresma sin torrijas. Pedro Miranda, maestro pastelero, hace él mismo el pan, dándole un toque de naranja y azúcar, ese es el éxito de una buena torrija. Luego la baña en leche con aroma de canela y limón y la fríe en aceite de girasol durante no más de 16 ó 18 segundos porque si no se queda muy seca.
El cocinero Iñaki Rodaballo, le da un último toque cubriéndola con una crema de calabaza, clavo y canela. Dice que la cocina está para innovar.
Los super golosos las toman con natillas incorporadas. También las hay elegantes, en vaso y con crema de vainilla.