El gesto que hoy tenemos tan interiorizado de atrasar los relojes antes de la llegada del invierno y adelantarlos para el verano comenzó a llevarse a cabo en el verano de 1974. Por aquel entonces el mundo vivía su primera crisis del petrólea y para atajarla una de las propuestas fue adelantar los relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y así consumir menos electricidad en iluminación.
Desde 1981 se aplica como directiva y, 32 años más tarde nos preguntamos en qué se fundamenta dicha directiva. Pues bien, está avalada por las conclusiones de un estudio sobre su alcance y efectos, realizado por encargo de la Comisión Europea y presentado al Parlamento en 1999. El estudio concluye que el cambio horario tiene impactos positivos no sólo sobre el ahorro sino sobre otros sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
En concreto, según estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, el potencial de ahorro en iluminación en España por el cambio de hora puede llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros. De esa cantidad, 90 millones correspondería al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar; mientras que los otros 210 millones de euros restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
No obstante, Industria subraya que, para alcanzar este potencial de ahorro, se deberá llevar a cabo un comportamiento responsable en el hogar a la hora de prescindir de la iluminación artificial cuando no es necesaria, así como la utilización de tecnologías de ahorro en iluminación por aprovechamiento de la luz natural en los edificios, entre otras recomendaciones.
En nuestro organismo los efectos del cambio horario son mínimos debido al "hipotálamo", pero los niños y los ancianos son los grupos a los que más afecta ya que pueden estar unos días, "nunca mas de una semana", con cierto problemas para conciliar el sueño. Así lo explica el doctor Hernando Pérez Díaz, Coordinador de la Unidad del Sueño de Quirón Sagrado Corazón de Sevilla y del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología, quien recomienda, para minimizar el impacto, mantener horarios regulares de alimentación y sueño, adaptados a los ciclos de luz y, siempre que sea posible, hacer el cambio horario de forma gradual; evitar el uso de excitantes como el café, el té o el chocolate en las horas próximas al sueño y evitar siestas superiores a 20 minutos.