Nada como una buena siesta

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ALIVIA EL ESTRÉS Y FORTALECE EL SISTEMA INMUNOLÓGICO

La siesta repara los efectos de dormir poco

Echarse una cabezadita después de comer es un lujo al alcance de muy pocos, sin embargo los beneficios para la salud de la siesta nos llevan a pensar que debería estandarizarse y convertirse en una rutina nacional. Hasta la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) se ha hecho eco de sus beneficios que van desde la disminución de los riesgos cardiovasculares, la liberación de tensiones, el aumento de la capacidad de concentración y el refuerzo del estado de alerta.

Además, según una investigación, una siesta corta puede ayudar a aliviar el estrés y fortalecer el sistema inmunológico. En concreto, puede contrarrestar los efectos dañinos de la restricción del sueño al ayudar a los sistemas inmunológico y neuroendocrino a recuperarse.

El estudio, que ha sido publicado en 'Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism', ha sido realizado por la Sociedad Americana de Endocrinología en hombres que habían dormido sólo dos horas durante la noche anterior. Sobre la base de que casi tres de cada diez adultos duermen un promedio de seis horas o menos por noche, según la Encuesta Nacional de Salud de Estados Unidos.

La falta de sueño es reconocido como un problema de salud pública porque puede contribuir a reducir la productividad, así como provocar accidentes de vehículos e industriales, según los Centros estadounidenses para el Control y la Prevención de Enfermedades. Además, las personas que duermen muy poco son más propensas a desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, diabetes, hipertensión y depresión.

"Nuestros datos sugieren que una siesta de 30 minutos puede revertir el impacto hormonal de una noche de mal sueño", subraya uno de los autores del estudio, Brice Faraut, científico de la Universidad de París Descartes-Sorbonne Paris Cité, en París, Francia. El estudio encontró que la siesta podría restaurar biomarcadores de salud neuroendocrina e inmune a niveles normales.

Durante una sesión, los hombres se limitaron a dormir dos horas durante una noche. En la otra sesión, los sujetos se echaron dos siestas de 30 minutos al día siguiente de una noche con un sueño de dos horas. Cada una de las tres sesiones diarias comenzó con una noche en la que los sujetos pasaron ocho horas en la cama y concluyó con una noche de recuperación de sueño ilimitado.

Los investigadores utilizaron un estudio aleatorio cruzado diseñado para examinar la relación entre las hormonas y el sueño de un grupo de 11 hombres sanos entre las edades de 25 y 32 años. Los hombres se sometieron a dos sesiones de pruebas del sueño en un laboratorio, donde las comidas y la iluminación estuvieron estrictamente controladas.

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