Roy Aspinall (izq.) junto a su hermano Billy (dcha.)

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EN MANCHESTER

Ofrece tabaco a un vagabundo y descubre que es su hermano: "No podía parar de llorar"

Roy iba caminando por la calle cuando vio a un 'sin techo'. Su rostro le resultó familiar por lo que se acercó a charlar con él y le ofreció tabaco. Conforme avanzaba la conversación, se dio cuenta de que realmente estaba hablando su hermano, del que fue separado cuando éste era un bebé.

Un hombre de 36 años de Manchester ha descubierto de casualidad de que tiene un hermano que del que fue separado cuando éste era un bebé. Tras ofrecer tabaco a un 'sin techo' y empezar a charlar con él, Roy Aspinall ha llegado a la conclusión de que realmente era su hermano.

Roy, padre de seis hijos y exmilitar del Regimiento de Queens Lancashire, salía de un servicio cuando vio a un vagabundo deambulando por la calle. Se acercó a charlar con él y le ofreció tabaco. Conforme avanzaba la conversación, Roy se dio cuenta de que estaba hablando con Billy White, el hermano del que fue separado cuando éste era un bebé.

Intentando explicar en una entrevista recogida por la BBC cómo se dio cuenta, Roy ha asegurado que cuando lo vio, su rosto le resultó familiar: "Fui a ofrecerle un cigarrillo para entablar una conversación y en un momento dado le pregunté si se llamaba William, me dijo que sí pero que le llamaban Billy. No podía parar de llorar cuando encajamos toda la historia. Sólo le dije que cogiera sus cosas y viniera conmigo".

Roy sólo recuerda haber visto a su hermano una vez cuando era un bebé en casa de un familiar. Ambos eran hijos de Lorraine White, pero por motivos familiares, Roy se crió con una tía mientras Billy lo hizo con su madre.

Mientras Roy crecía pensando que su tía era su madre y, por tanto, sus primos eran sus hermanos, Billy se quedó huérfano con 10 años y quedó a cargo de servicios sociales, tras lo que pasaría largas temporadas viviendo en la calle, incluyendo los últimos ocho meses.

Ahora, Billy, de 28 años, se ha mudado con Roy, e intentan recuperar el tiempo perdido, casi 30 años. "Hablamos sin parar todo el tiempo, pero tenemos el resto de nuestras vidas para conocernos", cuenta Billy.

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