El hospital permitió que Mahe acompañara a su dueño

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LE PERMITIERON ACOMPAÑAR A SU DUEÑO AL HOSPITAL

Mahe, el labrador que cuida de su dueño autista

Este labrador recibió durante seis meses un entrenamiento para acompañar a niños con autismo y es el mayor apoyo para James, un niño de nueve años con autismo que rechaza todo tipo de contacto con fu familia y que no se separa del perro ni si quiera durante sus visitas al hospital. La madre de James explica que la relación entre ambos es muy fuerte y que durante sus pruebas médicas, Mahe se acercaba al pequeño para acariciarle la cara.

James es un niño de nueve años de Wellington con autismo que no se separa de su labrador, en quien confía plenamente para que lo mantenga a salvo, según recoge el diario Stuff.

El pequeño no puede hablar y rechaza todo tipo de contacto -incluso el visual-, con su familia, sin embargo no se separa de su perro Mahe. "Para Mahe, James es el mejor compañero, hace todo por él", asegura la Michelle, la madre del pequeño.

Mahe es tan importante para James que el Hospital Infantil de Wellington permitió que el perro acompañara al niño durante una resonancia magnética para diagnosticar la causa de sus convulsiones.

A medida que James se iba quedando dormido por el efecto de la anestesia, Mahe se acercaba a su dueño para acariciar su cara. "Miraba a James y parecía muy preocupado" explica la madre del niño, quien añade que mientras esperaban a que la prueba finalizara, Mahe se sentó a su lado para calmarla, al igual que hizo con el pequeño.

La vida de esta familia ha mejorado de manera considerable desde que Mahe llegó a sus vidas hace dos años y medio. Michelle explica que salir a la calle con James se podía convertir en una auténtica pesadilla porque se escapaba y se perdía si se encontraba en una situación poco familiar o en un entorno estimulante.  "Ni si quiera podíamos ir a una cafetería. James se ponía muy nervioso y se quería ir. Pero cuando acogimos a Mahe, James podía permanecer sentado hasta que hubieramos acabado".

Mahe no sólo se encarga de calmar a James, sino que también lo mantiene a salvo. Cuando salen de casa, el niño está unido a la correa de Mahe, por lo que si empieza a correr hacia una calle concurrida, el perro se sienta y no se mueve.

El perro recibió un entrenamiento durante seis meses para ayudar a personas con autismo e incluso si los ataques que James sufre persistieran, Mahe puede ser entrenado para alertar a los familiares de que le está ocurriendo algo.

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