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El centro de Sidney todavía sigue acordonado

Australia, conmocionada tras el secuestro en pleno centro financiero de Sidney

El primer ministro Tony Abbott ha dicho que lo ocurrido en la cafetería "es terrorismo" pero no lo vincula con el Estado Islámico. La policía justifica la intervención.

Hoy no hay consuelo posible para las familias y amigos de los dos rehenes fallecidos en el secuestro de Sidney. No existe explicación para los ciudadanos australianos que hoy intentan olvidar y volver a la normalidad, después de uno de los peores antentados en la historia del país.

Los dos fallecidos, un hombre y una mujer, apenas llegaban a los 40 años. Ella, madre de familia de 38 años, paró en la cafetería a tomar un café con sus compañeros del despacho de abogados donde trabajaba. Él, de 32 años, manager del establecimiento, murió al intentar arrebatar el arma al secuestrados para que el resto de rehenes pudiera escapar.

La policía actuó tras escuchar varios disparos

Hoy las familias y los amigos de Katrina y Tori, no se explican, al igual que la sociedad australiana, cómo un sujeto como Haron Monis, podía estar en libertad y sin nungún tipo de vigilancia.

Haron Monis buscaba notoriedad, y además tenía problemas mentales. Era un viejo conocido por la policía por alterar el orden público, hacer protestas en la calle y estar relacionado con el asesinato de su ex mujer.

La pregunta que llega ahora es ¿por qué las fuerzas de seguridad autralianas no le habían incluido en ninguna lista antiterrorista?.

Australia vivió su último atentado hace 30 años

A esta cuestión se ha tenido que enfrentar el Primer Ministro, Tony Abbott, que ha asegurado que incluso si este individuo hubiera sido vigilado las 24 horas del día, sería bastante probable y ciertamente posible que este incidente se hubiera dado.

Ayer a las 9.45 horas (hora local), Monis entraba armado a una cafetería del centro financiero de Sidney y comenzaba así el principio del final de su vida. Tras casi 17 horas de secuestro, en las que obligó a los rehenes a grabar videos o llamar a los medios de comunicación, la policía decidia intervenir y acabar en la noche de ayer con el secuestro.

Entre estas peticiones estaba poder hablar con el primer ministros y tener una banddera yihadista. Su intención era la de utilizar a los rehenes como intercambio a sus peticiones.

La intervención policial se cobró la vida de tres personas, una de ellas la de Haron Monis, y la de los dos rehenes fallecidos. Además dejó a cuatro personas heridas, que fueron trasladadas hasta diversos hospitales de Sidney.

Hoy, el día después del fin del secuestro, Australia se despierta con cientos de preguntas y con el miedo ya instalado en una sociedad que había olvidado el pánico a un atentado terrorista, ya que el último lo sufrieron hace casi 30 años.

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