Pueblo indígena australiano

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"ES UN GENOCIDIO CULTURAL"

Los aborígenes australianos se rebelan contra la construcción de un vertedero nuclear en "tierra sagrada"

El Gobierno australiano comienza la construcción de un almacén nuclear en la ciudad de Hawker. Este plan ha encontrado la oposición de los aborígenes australianos por estar en "tierra sagrada".

El Gobierno australiano ha comenzado a desandar un recorrido de décadas contra los almacenes nucleares con su plan para construir uno en la ciudad de Hawker, que ya ha encontrado la oposición frontal de los aborígenes por su ubicación en "tierra sagrada".

El estado de Australia Meridional está en el corazón del debate sobre el futuro de la energía nuclear de la nación oceánica que plantea como intereses contrapuestos el desarrollo económico de una región deprimida y la protección de las comunidades nativas.

Un reciente informe de la Comisión Real revela los potenciales beneficios económicos por custodiar los residuos tóxicos generados por las centrales nucleares en alta mar. Una meta ambiciosa que el Gobierno se propone alcanzar con un pequeño paso: la construcción de un almacén para la basura atómica generada a nivel nacional.

La ubicación elegida, de una total de 30 posibles localizaciones, es Hawke, una ciudad enclavada en la cordillera Flinders, hogar de los adnyamathanha, uno de los cientos de pueblos indígenas que habitan Autralia. El vertedero ocupará 100 hectáreas y albergará material radiactivo de nivel medio, procedente sobre todo de la medicina nuclear, cantidad suficiente para llenar dos piscinas olímpicas. El proyecto está valorado en 100 millones de dólares australianos.

Los sondeos de opinión realizados por las autoridades locales revelan que dos tercios de los vecinos de Hawke están a favor del almacén nuclear. Creará 15 puestos de trabajo permanentes en una localidad con solo 200 y obligará al Gobierno a invertir allí 10 millones de dólares en proyectos autóctonos.

"Si trae cuatro o cinco familias más, habrá un profesor extra en el colegio, una enfermera extra en el hospital y un dependiente extra en la tienda", ha esgrimido Ian Carpenter, miembro del Consejo de Desarrollo de Hawker.

"Genocidio cultural"

El único problema -y no menor- es que se construirá en Wallerberdina, una porción de tierra que los adnyamathanha consideran "sagrada" porque vela a sus ancestros y esconde los secretos de una cultura milenaria. "Sabemos que Australia Meridional no es tan fuerte económicamente como el resto del país, pero creemos que (el desarrollo) no puede venir a costa de un genocidio cultural. Ya hemos sufrido demasiado. Tenemos demasiados sitios sagrados profanados", dice Jillian Marsh, una adnyamathanha.

Su abuela, Enice Marsh, todavía recuerda las "nubes venenosas" que el viento llevó hasta Wallerberdina con las pruebas británicas de la bomba atómica. "Para mí es como una pena de muerte. Somos una sola familia y la tierra también es parte de la familia para nosotros", cuenta.

Los adnyamathanha defienden que Wallerberdina no solo tiene un valor cultural para ellos y recuerdan que en los últimos años han trabajado junto al Gobierno australiano para aflorar los tesoros arqueológicos que guardan sus tierras.

"Literamente hay miles de herramientas de piedra aquí", señala Alice Gorman, arqueóloga de la Universidad de Flinders. "Es un lugar que reúne las pistas que hemos estado buscando sobre la primera ocupación aborigen de Australia", subraya.

Además hay riesgo ambiental porque Wallerberdina acoge un manantial que constituye un verdadero oasis para una región que solo acumula diez centímetros de lluvia al año y que es propensa a los terremotos. "Si el proyecto continúa desencadenará todo tipo de desastres naturales", apunta el Departamento de Industria, Ciencia e Innovación de Camberra.

¿Conflicto o interés?

La polémica sobre el vertedero nuclear también gira en torno a los supuestos intereses ocultos que cimientan el proyecto, ya que Wallerberdina es propiedad de Grant Chapman, un ex diputado del Partido Liberal que en 1995 presión una comisión del Senado que abogó por este tipo de iniciativas.

Aunque Chapman ha rehusado detallar cuánto ganará con el proyecto, los medios de comunicación australianos estiman que el valor de la tierra se multiplicará por cuatro. "Creo que es un poco exagerado decir que toda la propiedad tiene valor cultural", sostiene Chapman.

En la misma línea se ha expresado el jefe de la Cámara de Comercio Regional, Nigel McBride, que ha recordado, por ejemplo, el uso de la medicina nuclear. "Si eres de una familia indígena y tu hijo tiene cáncer, o si eres de una familia no indígena y tu hijo tiene cáncer, el concepto de 'no en mi jardín' es un poco hipócrita", afirma.

"Es racismo contra nuestra cultura. Es nuestro sistemas de creencias", responde Regina McKenzie, otra adnyamathanha. "Es como si nosotros vamos al Vaticano y decimos que queremos construir un vertedero nuclear justo donde dicen que está enterrado San Pedro", explica.

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