Varios de los acusados en el banquillo de la Audiencia de Barcelona

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HA RECIBIDO AMENAZAS

Un testigo del caso Saratoga confirma los sobornos a policias

Manuel G.C., principal testigo del caso Saratoga-Riviera, ha afirmado que ha presenciado durante cuatro años entregas mensuales de dinero a mandos policiales a cambio de avisos de redadas burdeles, denunciando, también, haber recibido amenazas para que guardara silencio.

En la sección novena de la Audiencia de Barcelona que juzga el caso se ha escuchado hoy el testimonio de Manuel G.C., cuyo relato ante la Fiscalía Anticorrupción resultó clave para destapar la presunta trama policial corrupta, acusada de proteger a prostíbulos, en la que están imputados un comisario y dos inspectores jefes del área de Extranjería de la Policía Nacional.

En su declaración ante el tribunal, Manuel G.C. ha ratificado el relato que hizo en su día ante la juez instructora, en el que implicó a los mandos policiales y a los dueños de los burdeles, y ha resistido los intentos de las defensas de desacreditar la versión del testigo, al que acusan de tener intereses en el caso por su enemistad con los dueños del Saratoga y con el exinpsector Andrés O.

Acusa al comisario Luis G. de haberle llamado para advertirle de que no hablara "o desenterraría las armas"

Parte del interrogatorio de las defensas ha girado en torno al papel de confidente policial de Manuel G.C., que está imputado por un juzgado de Barcelona por supuesto tráfico de drogas en un caso en el que también están encausados un subinspector de los Mossos d'Esquadra y cinco agentes de la unidad que investigó el caso Saratoga-Riviera, acusados de proteger al presunto narco.

Ello no ha impedido que Manuel G.C. se mantuviera firme en su declaración inicial y ratificara que, durante cuatro años, ha presenciado como los dueños de los clubes Saratoga y Riviera entregaban sobres con dinero -6.000 euros en metálico- al comisario Luis G. y al inspector Andrés O., dado que ese intercambio se llevaba a cabo en el concesionario de coches de importación que él mismo regentaba.

El testigo, que ha detallado las numerosas comidas que compartió con los dueños de los clubes y con esos dos mandos policiales, todos ellos amigos suyos, ha ratificado que también hizo de intermediario en otros sobornos, como el pago de una operación médica de la hija de uno de los policías imputados o la compra de relojes de lujo para la esposa de uno de ellos en la joyería Rabat de Barcelona.

El confidente policial ha dejado caer otras insinuaciones incriminatorias ante el tribunal, como que en el banquillo no están sentados todos los policías involucrados en la trama corrupta, que el exinspector Andrés O. traficaba con joyas robadas, que el encargado del Saratoga vendía cocaína a clientes "VIP" o que la propia policía se encargaba en ocasiones de llevarse en coche a las prostitutas "sin papeles" ante la inminencia de redadas.

El principal testigo del caso ha denunciado, asimismo, haber sido reiteradamente amenazado para que callara en el juicio -la última ocasión la semana pasada- y ha acusado al comisario Luis G. de haberle llamado el día antes de su declaración en instrucción para advertirle de que no hablara "o desenterraría las armas". Pese a resultar incriminatoria para la mayoría de acusados, la declaración de Manuel G.C ha dado aire a la defensa del inspector jefe José Javier M.P., quien asegura que se infiltró en los burdeles fingiendo ser corrupto para desenmascarar la trama.

El testigo ha corroborado que José Javier M.P. investigaba si sus superiores recibían sobornos, algo que, según Manuel G.C., no solo sospechaba el inspector jefe "sino 50.000 personas más", entre ellas agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Hoy han declarado también dos exencargados de los clubes Saratoga y Riviera de Castelldefels (Barcelona), quienes, pese a un inicial momento de amnesia al inicio de su testimonio, han acabado por reconocer, ante la insistencia del fiscal Fernando Bermejo, que los dueños de los burdeles estaban avisados de antemano de la redadas.

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