Pablo Iglesias aludió en el debate de investidura a la guerra sucia contra ETA durante el gobierno socialista de Felipe González. Recordó el uso de "la cal viva" para hacer desaparecer cadáveres. A su lado, Íñigo Errejón dejó ver que se sorprendía: era consciente de que aquel discurso alejaba la imagen del Podemos más moderado que siempre defendió.
Pedro Sánchez lo dijo claramente, con Errejón hubiera sido más fácil tener un gobierno de izquierdas. Las diferencias políticas entre los dos amigos fundadores de Podemos llegan más lejos. Iglesias cesa fulminantemente al secretario de Organización del partido, mano derecha de Errejón.
Para ello el secretario general de Podemos se alía con el sector más a la izquierda, los del grupo anticapitalista del partido. De fondo están ya las peleas por controlar la organización en Madrid, el núcleo base del partido.
En las segundas elecciones Iglesias apuesta por la coalición con Izquierda Unida para tratar de dar esta vez sí el 'sorpasso' a los socialistas. Errejón quiere un partido más transversal, no identificado con la izquierda tradicional. Tras los resultados, los dos dirigentes vuelven a mostrar que tienen modelos distintos.
Ahora vuelven a tener dos candidatos distintos para dirigir el partido en la comunidad de Madrid. Uno de los escenarios donde se está jugando qué tipo de partido se debate en el congreso nacional dentro de unos meses.
