La relacion entre Ben y su taza es tan estrecha que, sin ella, Ben, sencillamente no bebe. La taza ha dejado de fabricarse y Ben ha sido ingresado ya dos veces por deshidratación.

Por eso su padre lanzó hace un par de semanas en Internet un mensaje desesperado: "Quizás tienes una al fondo de un armario. si se puede usar, está bien. La que tiene ya no se puede utilizar ¿Puedes ayudarnos? Pagaremos por la taza y el envío. Encuentra a Ben una taza como esta. Por favor, comparte", decía el mensaje.

Miles de personas se lanzaron a buscar en sus cocinas y enviaban sus fotos para comprobar si valían. Pero a Ben no es fácil engañarle. Tenía que ser exactamente igual, tal como se especificaba en la red.

La marca de la taza también se implicó. No la habían fabricado ellos y hacía 10 años que no tenían stock.

Y las tazas empezaron a llegar desde todo el mundo. Llegaron incluso ofertas para imprimirla en 3D. Montones de paquetes en una emocionante carrera para que Ben volviera a tener su taza.

Al final llegó la mejor noticia. Un lote de 500 tazas para Ben de parte de la empresa fabricante. Ben tendrá tazas para el resto de su vida y su padre no olvidará el día que Internet cambió la suya.