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CONDENAN A UNA EMPRESA POR COACCIÓN TELEFÓNICA

¿Hasta dónde puede presionarse a un deudor para que pague?

Las pequeñas y medianas empresas hacen frente a sus problemas con los morosos agudizando el ingenio. Una gerente de Zaragoza acude cada día, disfrazada de gallina, a la puerta de su deudor.

La tasa de morosidad en España no deja de crecer. Y uno de los sectores más afectados es el de la pequeña y mediana empresa. Diariamente, se enfrentan a proveedores que no pagan y algunos han tomado ya medidas drásticas para intentar cobrar o al menos negociar.

Es el caso de Davinia Lorente, gerente de una pyme en Zaragoza que cada día se disfraza de gallina y acude a la puerta de su deudor. Como ella, otras víctimas de la crisis inventan métodos para tratar de cobrar lo que les deben.

Pero hay que tener cuidado, porque la línea legal de estos métodos persuasivos es muy fina. Los abogados nos explican que no puede invadirse la intimidad del deudor, ni coaccionarle. Y, como prueba, un ejemplo.

Un juzgado ha terminado dando la razón a un cliente moroso frente a la empresa de recobros que le perseguía. Le acosaron telefónicamente con insistentes llamadas que el juez consideró coacciones con pena de cárcel.

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