El mercado del ladrillo habla ya en otro idioma. Un ejemplo es Natalia. Procede de Rusia, es profesora de inglés y acaba de comprarse una casa en Barcelona por 300.000 euros. Su caso podría beneficiarse de la reforma de la ley de extranjería que planea el Gobierno. Si prospera, el papeleo para los propietarios que quieren seguir viviendo en nuestro país se reducirá notablemente.
Seis de cada diez rusos que visitan España se quedan en Cataluña. El objetivo es aprovechar ese tirón para vender más casas, para dar salida al stock de viviendas, que el Gobierno calcula en 700.000. En 2011, el 6% de las casas compradas en España ya llevaba firma extranjera. Ese porcentaje en provincias como Málaga ronda la mitad: el 47%. Las inmobiliarias de la zona, sobre todo de la zona de costa, esperan un aumento de ventas si cambia la norma.
Pero el mercado chino también está en el punto de mira de los grandes promotores. Son ciudadanos adinerados y pagadores, y las inmobiliarias intentan dar salida a sus casas, independientemente de su origen. En Madrid, ya existen hasta promociones de apartamentos construidos bajo la técnica del feng-sui, específicamente para ciudadanos chinos. Todos ya han sido vendidos.