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COMPAÑÍA DE TEATRO YLLANA

"Sensormen" vuelve a los escenarios con su mezcla de percusión, tecnología y mucho humor

Los "Sensormen" sacan el sonido de su cabeza, de sus brazos, de su espalda. Gracias a la tecnología, dan un nuevo sentido a la percusión. Estos días pasean su batería de sonidos por Madrid en un espectáculo sin palabras.

La compañía de teatro Yllana y el músico Bulbul regresan a los escenarios madrileños con "Sensormen", un espectáculo teatral lleno de ritmo que ofrece al espectador música, percusión y, sobre todo, mucho humor.

Dos años después de su estreno, el teatro Alfil presenta de nuevo a los protagonistas de "Sensormen", cuatro pseudooperarios "tarados" especializados en el mundo del ritmo que crean un espectáculo para toda la familia, según ha indicado su director, Juan Francisco Ramos.

"Es diversión pura, absoluta", ha dicho Ramos, que ha explicado que la obra une dos generaciones, la de la gente joven acostumbrada a la tecnología y a la electrónica, y la sus padres, la del "rock and roll".

Al igual que en otros montajes de Yllana, creada en 1991 como una compañía de teatro de humor gestual, "Sensormen" aborda propuestas de relaciones humanas donde sus cuatro protagonistas "circulan con sus envidias, con sus miedos, con sus amores".

Junto a los cuatro personajes sobre el escenario, el público es partícipe absoluto del espectáculo "desde que entra en la sala", ya que "va a poder tocar instrumentos, averiguar cómo suenan las cosas y por qué suenan", ha garantizado su director. Y es que insólitos instrumentos creados para esta obra, sensores adheridos al cuerpo de los actores o repartidos por la sala llenan de tecnología la escena.

Así, los actores Chema Animal, BulBul, Jonhy Elias y Chus Herrera convierten objetos cotidianos como un cajón de flamenco, una silla o unos guantes en instrumentos musicales. Tras una gira en la que "Sensormen" se ha representado en Bélgica, Holanda o Francia, la obra, coproducida por BulBul, "vuelve a casa", ha señalado Ramos, que ha afirmado que la acogida en el extranjero ha sido muy buena porque se trata de un espectáculo "diferente, donde la familia, padres e hijos, participan y juegan".

Y aunque la puesta en escena de esta obra requiere un montaje técnico muy complicado, merece la pena, porque, ha recalcado el director, "la gente se lo pasa bomba".

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