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EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES

Sabina destierra las dudas y triunfa en Madrid

Joaquín Sabina se subió al escenario del Barclaycard Center por segunda noche en una semana y esta vez para no bajarse. Más de dos horas largas de concierto sin sustos y con bises incluidos para desterrar cualquier duda. 19 días y 500 noches que el Sabina más canalla concentró hace 15 años en un discazo que ayer cobró vida en un concierto irrepetible.

Joaquín Sabina se enfrentaba ayer a una noche decisiva, después de cinco años sin pisar en solitario los escenarios madrileños el sábado abandonó precipitadamente el escenario a mitad de concierto por un supuesto ataque de pánico escénico.

Por eso en esta segunda cita en el Barclaycard Center de Madrid, el Palacio de los Deportes de toda la vida, Sabina tenía la obligación de salir a matar, de dejarse la piel durante los 90 minutos del partido y despejar todas las dudas y habladurías sobre su ‘Pastora Soler’.

Un Joaquín Sabina emocionado y con la necesidad de reafirmarse arrancaba esta segunda cita bajándose en Atocha y metiéndose al público madrileño en el bolsillo. Sabina se subió al escenario para quedarse en Madrid, para no bajarse y ofrecer un concierto que valía por dos.

"En noches como hoy comprenderán que decir gracias es muy poco decir. Como afirmaba Franco cuando murió Carrero: ‘No hay mal que por bien no venga’", dijo el cantante tras su segunda canción.  Sabina presagiaba lo que sucedió,  la espantada del sábado sirvió para que este segundo concierto fuera espectacular.  "Desoyendo negros presagios, lo que quisiéramos para ustedes es el mejor concierto de nuestra vida”, aseguraba antes de arrancarse a la guitarra con los primeras notas de ’19 días y 500 noches’.

Con bombín, traje verde y vistiendo su mejor voz agrietada y sin maquillaje Sabina revisitaba dentro de esta gira  "500 noches para una crisis" un disco esencial en su carrera, el último disco que publicó antes de sufrir un leve infarto cerebral que pondrá su vida en peligro, el último disco de una juventud que se alargó hasta los cuarenta y diez y para muchos el mejor disco de toda su carrera.

Mientras desgravaba con verdad y sin artificios las canciones que sumaban estos ’19 días y 500 noches’ tuvo tiempo de acordarse de algunos de sus amigos presentes entre el público, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Ana Belén, Jorge Drexler y Alejo Stivel productor hace 15 años del disco en cuestión.

Sonaron sus canciones más canallas, esas que respiran el humo de los bares, el aroma de los puticlubs y saben a alcohol barato. ‘Canción para la Magdalena’, ‘Barbie Superstar’ y ‘Pero que hermosas eran’. “Dejé los bares de madrugada y empecé a dormir unas cuantas horas cada noche, porque este disco se hizo en noches insomnes y de forma muy intensa”, explicaba sin tapujos un Sabina que no se arrepiente de su pasado.

Cerraba la primera parte del concierto, la que fue final en su anterior cita, con una propuesta de matrimonio entre una de las parejas asistentes acompañada de dos canciones que viajan muy bien juntas. ‘Noches de boda’ se fundía con ‘Y nos dieron las diez’ que anoche fueron las doce largas.

Una noche que fue creciendo por momentos, a medida que sonaban los clásicos y que la sombra de otro fracaso se alejaba. Todos tuvieron su momento protagonista, Jaime Asua cantó 'Rubias platino', un imprescindible Pancho Varona puso al público en pie con ‘Conductores suicida’, Mara Barros emocionó con la inspiradora copla ‘Y sin embargo te quiero’ y Antonio García de Diego fue voz y guitarrá en ‘Tan joven y tan viejo’.

Sin querer ahondar en la herida, lo mejor de largo fueron los bises que el sábado no existieron. Las coreadísimas 'Princesas', 'Contigo' y 'Pastillas para no soñar' que compensaron por todos clásicos que el maestro se dejó en el tintero.

No sé si fue el mejor concierto de su carrera pero Sabina hizo valer su letra ‘y morirme contigo si me matas’ dejándose la piel sobre el escenario para ofrecernos un show irrepetible, del que todos salimos ilesos, y con el que desterró cualquier.

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