Las becas Erasmus, un símbolo de la UE

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ANIVERSARIO EN TIEMPOS DE CRISIS

Se cumplen 25 generaciones de Erasmus

En este periodo, más de tres millones de europeos se han beneficiado de esta beca de estudios. España se ha situado como líder durante los dos últimos, tanto como país de destino para jóvenes extranjeros como para españoles que salen hacia universidades europeas.

La crisis económica planea sobre el 25 cumpleaños de una de las iniciativas europeas más populares, un programa que ha facilitado a los jóvenes completar su formación en otro país, aprender otro idioma y desarrollar su capacidad de adaptación, y gracias a todo ello mejorar su perfil laboral. Los estudiantes españoles que se han acogido este año al programa Erasmus contaron cada uno con 255 euros al mes, que proceden de la Agencia Nacional Erasmus (105 euros), y de la contribución del Ministerio de Educación al fomento del programa (otros 150 euros).

Estas cantidades podrían no mantenerse, al reducirse en unos 26 millones estas ayudas en los presupuestos de Educación, que cuenta para el nuevo ejercicio con 36,8 millones para ese programa. El ministro de Educación, José Ignacio Wert, busca en Bruselas que cambien los criterios de asignación de las cuantías económicas de la ayuda europea, para que se tenga en cuenta el número de alumnos que participa en el programa Erasmus, en lugar del criterio actual que valora en un 75 % el número de universitarios de cada país.

El origen de Erasmus se cimenta sobre la filosofía de la "Europa de los ciudadanos" y nació con la pretensión de fomentar la movilidad de los jóvenes, y sobre todo de los universitarios para que pudieran vivir y comprender a sus vecinos europeos. Jóvenes abiertos, que hablaran idiomas, que superaran las estrecheces locales, que aceptaran normalmente desplazarse a otros países, deseosos de conocer a otras gentes y otras formas de vivir.

Pero la beca Erasmus, vieja conocida de los universitarios españoles, comenzó siendo una aventura de unos pocos y en el primer curso académico Erasmus, en 1987, apenas 240 estudiantes tuvieron acceso a universidades europeas. Después de 25 años, este año han sido más de 31.000 estudiantes españoles los que han realizado el último curso académico 2011-2012 en el extranjero. Los destinos más atractivos para ellos son el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia.

Reino Unido, Alemania, Francia e Italia son los destinos preferidos para los españoles

Ana, becaria en 2002, recuerda que la moneda española era todavía la peseta y que a ella le correspondieron unas 30.000 para un curso completo en Italia. Todo son elogios para la experiencia europea: "te quita miedos y te ayuda a crecer, es muy gratificante en lo personal, aunque a mí en lo profesional no me ha abierto puertas", explica Ana.

Para Lucía, Erasmus 2012, que termina este mes sus diez meses en Francia, "la experiencia ha sido mucho peor que las expectativas que tenía". En su universidad había pocos extranjeros y no ha contado con mucho apoyo, dice Lucía, que lamenta que no haya habido más propuestas para la interacción entre los estudiantes. En su opinión, la cuantía de la beca es muy escasa para un país tan caro como Francia.

Por el contrario, Eloy, que en 2004 decidió hacer Erasmus en Bélgica, cuenta que había muchos estudiantes extranjeros y que todos hacían las mismas rutas y coincidían en los mismos lugares, aunque "belgas, realmente pocos". Los "exErasmus" coinciden en valorar especialmente el espíritu solidario y de amistad, que perdura con el paso del tiempo, más que el aprendizaje del idioma, que algunos consideran que sería positivo tener antes un buen nivel.

Manuel Marín, exvicepresidente de la Comisión Europea y Comisario de Educación, Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea entre 1985-1989, ha recordado en las celebraciones de este aniversario los difíciles orígenes de este ambicioso programa universitario, que sigue en el centro de las políticas de la Unión Europea, que ahora debate un nuevo programa de movilidad para 2014-2020 presupuestado con más de 13.000 millones de euros.

Marín, considerado como el "padre" del programa Erasmus, ha recordado las dificultades que se tuvieron que superar para que esta primera "cesión" de soberanía de los Estados pudiera dar los frutos que hoy podemos comprobar los europeos. Se trataba de ceder la autonomía a la universidad, un ámbito en el que los ministros de Educación eran los que controlaban, incluso en algunos países, hasta los nombramientos de los rectores, rememora el ex vicepresidente de la Comisión Europea.

Parecía un reto insuperable que se aceptara el principio de la autonomía universitaria, para que las universidades establecieran su propio camino, así como el mantenimiento del principio de la reciprocidad internacional en la validación de los títulos y reconocimiento de diplomas por las universidades, "un disparate" para los ministros. Si la internacionalización de la universidad era un sueño hace 25 años, el sueño actual debería pasar por la obligatoriedad de un curso académico en una universidad en el extranjero, una meta que Marín esta convencido de que se va a conseguir.

Para el expresidente de la Comisión Europea, hay muchas cosas que mejorar en Erasmus, pero no es bueno caer en estereotipos que puede hacer mucho daño a un programa de la buena Europa, la de los ciudadanos, y las anécdotas no deben centrar el aniversario de este programa de intercambios, uno de los más fructíferos del mundo.

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