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MÚSICA

Concierto de Kiss en Madrid

Cerca de 16.000 personas disfrutaron de uno de los clásicos del heavy, que montaron su habitual espectáculo de música y fuego.

Casi 16.000 almas abarrotaron en la noche del martes el Palacio de los Deportes de Madrid para contemplar el clamoroso recital que ofreció el grupo Kiss como parte de la gira europea en la que traen bajo el brazo su nuevo disco de estudio, Sonic Boom, el primero en más de diez años.

Ya en las horas previas al recital del cuarteto estadounidense, las calles presentaban un ambiente variopinto con público de todas las edades y fans disfrazados y maquillados con los característicos y peculiares estilismos de los componentes del grupo.

Eran las nueve en punto de la noche cuando Gene Simmons, Paul Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer, que dieron cuenta de su buena forma a pesar de jaber entrado en los sesenta, saltaron al escenario dando comiendo a un colosal espectáculo que duró casi dos horas y media y en el que el grupo repasó sus grandes éxitos y presentó sus nuevos temas.

Poco más de dos minutos tardó Stanley en meterse al público en el bolsillo tras calificar a Madrid como "ciudad de rock" y dar comienzo a un recital en el que no faltó espectáculo, con un gran escenario de plataformas que subieron a lo más alto del recinto a los miembros de la banda en más de una ocasión. 

Stanley supo caldear el ambiente y se mostró muy cercano al público, haciendo sus pinitos en español e incluso sacando una bandera española.

REPASO DE LOS HITS

El fuego y la pirotécnia acompañaron cada tema de la banda, que dio rienda suelta a su extenso catálogo de hits. Un recital que avanzó en crescendo y que hizo las delicias del público cuando comenzaron a sonar éxitos como Firehouse o Crazy Crazy Nights.

Fue después cuando el gran Gene Simmons entró en juego y se subió en una plataforma a lo más alto del Palacio de los Deportes interpretando I love it loud para delicia de sus seguidores, que poco después pudieron contemplar sus ya clásicas actuaciones escupiendo fuego y sangre.

Paul Stanley no quiso quedarse atrás y se colgó de una tirolina para desplazarse hasta un miniescenario con forma de esfera colocado en el centro de la pista para cantar la mítica I was made for loving you, uno de los temas que más aplausos arrancó.

La balada de la noche fue Beth, que logró un necesario cambio de ritmo de camino al espectacular final marcado por el 'Rock & Roll all nite' para cerrar, sin duda, uno de los más espectaculares conciertos que ha visto y verá pasar el recinto madrileño.

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