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ENTRÓ EN EL COMERCIO EN EL QUE TRABAJABA LA VÍCTIMA

Condenan a 37 años de prisión al hombre que quemó y asesinó a su expareja en La Palma

David Batista ha sido condenado a 37 años de cárcel por quemar y asesinar a su expareja en 2015 en la isla de la Palma. El acusado entró en la tienda donde trabajaba su exnovia, la roció con un líquido inflamable y le prendió fuego. El tribunal ha dictaminado que cometió un asesinato con alevosía y ensañamiento.

La sección quinta de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha condenado a 37 años de prisión al hombre que quemó y asesinó a su expareja en el comercio en el que trabajaba en Santa Cruz de La Palma.

La sentencia hecha pública recoge que a David Batista se le imponen 25 años de prisión por el delito de asesinato, con alevosía y ensañamiento, con los agravantes de parentesco y razones de género, y otros 12 por un delito de incendio con riesgo para la vida o integridad de las personas que se encontraban en la tienda en el momento de los hechos.

Así, se consideran hechos probados que Batista roció con gasolina y prendió fuego a Laura González, de 27 años, el pasado 10 de julio de 2015, causándole quemaduras en el 95 por ciento de su cuerpo, falleciendo aproximadamente una hora y media después.

El condenado acorraló a la víctima dentro de la tienda, ubicada en la Calle Real, y la atacó de forma "rápida y sorpresiva", ocasionándole un "extraordinario sufrimiento" tanto físico como psíquico.

David y Laura habían mantenido una relación sentimental durante cuatro años que acabó en mayo de ese año, apenas dos meses antes del crimen, y el asesino "nunca aceptó" la decisión. Además de matar a Laura, David provocó un incendio en la tienda que afectó al inmueble y puso en riesgo la vida de las personas que estaban en su interior e incluso de todo el edificio de viviendas, generando daños por importe superior a los 24.500 euros.

La sentencia justifica el ensañamiento en que el asesino eligió un líquido "altamente combustible" y que la víctima permaneció consciente después del ataque, sufriendo uno de los "procesos más dolorosos" que puede padecer un ser humano, según recogen los informes médicos forenses.